Las aventuras sensoriales de Senti en Rayito de Sol


Había una vez en el jardín de infantes "Rayito de Sol", un grupo de niños muy curiosos y traviesos que estaban aprendiendo sobre los cinco sentidos.

En esta sala de dos años, la seño Marta les enseñaba a descubrir el mundo que los rodeaba a través del tacto, el gusto, la vista, el olfato y el oído.

Un día llegó al jardín un misterioso personaje llamado Senti, quien era un hada encargada de cuidar y potenciar los cinco sentidos de los niños. Senti tenía la misión de llevar a cabo diversas actividades para que los pequeños pudieran experimentar cada uno de sus sentidos al máximo.

- ¡Hola chicos! Soy Senti, el hada de los cinco sentidos -se presentó con alegría ante los sorprendidos niños. Los niños se emocionaron al conocer a Senti y estaban ansiosos por aprender más sobre cómo usar sus sentidos.

La primera actividad que propuso Senti fue una búsqueda del tesoro sensorial en el patio del jardín. Debían encontrar objetos escondidos utilizando su sentido del tacto y del oído. - ¡Vamos chicos! Cierren los ojos y toquen con sus manos lo que encuentren -les indicó Senti.

Los niños se divirtieron tocando hojas secas, piedras suaves y ramitas crujientes. También escucharon atentamente los sonidos que producían esos objetos al ser manipulados. Fue una experiencia fascinante para ellos.

Después de la búsqueda del tesoro, Senti preparó una degustación de frutas para estimular su sentido del gusto y del olfato. Los pequeños probaron diferentes frutas como manzana, banana y naranja, disfrutando de sus sabores dulces y aromas frescos.

- ¡Qué rico está todo! Me encanta descubrir nuevos sabores -exclamó Lucas mientras comía una rebanada de sandía jugosa. La siguiente actividad consistió en jugar a identificar distintos sonidos ambientales con la ayuda de unos cascabeles escondidos en la sala. Los niños agudizaron su sentido auditivo tratando de ubicar la procedencia de cada sonido.

De repente, mientras estaban concentrados en escuchar atentamente, Senti desapareció misteriosamente dejando atrás una nota que decía: "Para encontrar tus últimos dos sentidos, deberán superar un desafío final".

Los niños se miraron entre sí intrigados por el mensaje dejado por Senti. Decidieron seguir las pistas dejadas por el hada e iniciar así su última aventura sensorial. Caminaron hacia el patio trasero donde encontraron un laberinto hecho con telas brillantes colgadas entre árboles.

Debían recorrerlo vendándose los ojos para confiar plenamente en su sentido del tacto y lograr salir exitosamente al otro lado. Con valentía y cooperación lograron completar el desafío guiándose solo por las texturas suaves, ásperas o rugosas que iban encontrando en su camino.

Finalmente alcanzaron la meta abrazándose felices por haber superado juntos este último reto sensorial.

Al llegar al final del laberinto se encontraron nuevamente con Senti quien les dio las gracias por haber demostrado tanta valentía y trabajo en equipo para potenciar sus cinco sentidos. - ¡Han sido fantásticos chicos! Ahora han descubierto lo poderosos que son sus sentidos cuando trabajan juntos -dijo emocionada Senti antes de despedirse con una risa melodiosa.

Los niños regresaron a clase contentos y orgullosos por haber vivido esa increíble aventura junto a Senti. Desde ese día valoraron aún más cada uno de sus cinco sentidos sabiendo lo importantes que eran para explorar el mundo que los rodeaba.

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