Las Aventuras Viajeras de Sara
En un pequeño barrio de Buenos Aires, vivía una niña llamada Sara. Con apenas dos años, Sara ya tenía una gran pasión: ¡viajar! Siempre que veía un libro o una revista con fotos de lugares lejanos, sus ojos brillaban de emoción.
Un día, mientras su mamá le leía un cuento sobre un aladino que viajaba por el mundo, Sara miró a su madre y exclamó:
"¡Mamá, yo quiero conocer esos lugares!"
Su mamá sonrió y le dijo:
"¿Y qué tal si viajamos a un lugar de nuestros sueños?"
Sara dio saltitos de alegría.
"¡Sí! ¡Vamos!"
Sara y su mamá decidieron que su primera aventura sería al parque de la ciudad, que estaba lleno de árboles y flores. Pero al llegar, Sara notó algo inusual: una enorme puerta de madera con un letrero que decía "Bienvenidos al País de los Sueños".
"¿Mamá, podemos entrar?" preguntó Sara.
"No estoy segura, cariño. Pero parece interesante."
Sara, curiosa y aventurera, tiró de la mano de su mamá hacia la puerta. Al abrirla, ¡zaz! Un torbellino de colores las envolvió y, al instante, se encontraron en un lugar mágico con montañas de chocolate y ríos de jugo de naranja.
"¿Dónde estamos, mamá?" preguntó Sara, mirando a su alrededor.
"No tengo idea, pero parece un mundo de fantasía", respondió su mamá, también asombrada.
De repente, un pequeño conejo blanco con unos enormes anteojos apareció.
"¡Hola, viajeros! Soy Binky. Bienvenidas al País de los Sueños. Aquí los sueños se hacen realidad, pero deben ayudarme a encontrar mi sombrero perdido. Sin él, no puedo organizar la fiesta de té más grande del mundo."
Sara, emocionada por la nueva misión, dijo:
"¡Sí, lo ayudaremos!"
"¿Y cómo lo encontraremos?" preguntó su mamá.
"Quizás preguntando a otros amigos del país", sugirió Sara.
Así, comenzaron a visitar diferentes lugares. Primero, conocieron a un oso bailarín que les dijo que había visto el sombrero cerca de la montaña de gomitas.
"¡Gracias, Oso! Vamos!" dijo Sara entusiasmada.
Cuando llegaron a la montaña, encontraron un montón de gomitas de colores, pero no había sombrero.
"Tal vez debamos buscar en el río de jugo de naranja," sugirió su mamá.
Sara asintió y juntas fueron al río. Allí conocieron a una tortuga que nadaba despacito.
"¿Han visto un sombrero?" preguntó Sara.
"Sí, lo vi flotar hacia la isla de los sueños," respondió la tortuga.
"¿Cómo llegamos a la isla?" preguntó su mamá.
"Necesitan un bote. Pueden construirlo con hojas y flores", dijo la tortuga.
Sara y su mamá se pusieron a construir el bote. Con algo de ayuda de la tortuga, logran hacer un maravilloso bote de hojas verdes.
"¡Listo! Ahora podemos ir a la isla de los sueños" dijo Sara.
Al llegar a la isla, encontraron un hermoso campo lleno de flores. Y allí, brillando bajo el sol, estaba el sombrero de Binky.
"¡Lo encontramos!" gritó Sara, feliz.
- “¡Viva! Ahora el festín será un éxito.” exclamó su mamá.
Rápidamente regresaron con el sombrero. Binky, todo emocionado, organizó la fiesta de té con dulces, pasteles y mucha música.
"Gracias, gracias, gracias! ¡Son las mejores viajeras del mundo!" dijo Binky.
Sara y su mamá disfrutaron del festín con los nuevos amigos que habían hecho en el País de los Sueños, y al caer la tarde, decidieron regresar a casa.
"¡Qué aventura tan increíble!" dijo Sara.
"Sí, y todo comenzó con un simple deseo de viajar" respondió su mamá.
Al regresar a su hogar, Sara miró por la ventana. En el cielo, una estrella brillaba más que las demás.
"Mirá, ¡esa debe ser nuestra estrella viajeras!" dijo Sara.
Desde ese día, Sara supo que los viajes no solo se hacían en avión o en auto; a veces, solo se necesitaba un poco de imaginación y el deseo de explorar.
"Voy a seguir viajando, ¡y organizaré mis propias fiestas de té!" expresó con energía.
Y así, con cada aventura que vivía, Sara cultivaba el amor por los viajes y la alegría de descubrir lo que el mundo tenía para ofrecer.
FIN.