Las Ballenas y el Viaje de Coral
En un tranquilo mar azul, vivía una ballena llamada Coral. Coral era una ballena joven y curiosa, siempre ansiosa por explorar el inmenso océano y aprender sobre el mundo que la rodeaba. Su madre, la sabia Ballena Luna, le contaba historias sobre las maravillas del mar.
"Mamá, ¿por qué no puedo ver a los delfines como tú?", preguntó Coral, mientras nadaba cerca de la superficie.
"Porque los delfines son rápidos y juguetones. Pero tú tienes algo especial, Coral. La canción de las ballenas", respondió Luna con una sonrisa.
Un día, mientras nadaba, Coral escuchó un misterioso canto a lo lejos. Tenía una melodía dulce que la cautivó. Fue en ese momento que decidió seguirla.
"¿A dónde vas, Coral?", le gritaron sus amigos tiburones.
"Voy a descubrir quién canta", respondió decidida.
Coral nadó y nadó, siguiendo el eco del canto hasta llegar a una cueva submarina. Allí, encontró un grupo de delfines que bailaban y reían entre ellos.
"Hola, soy Coral. He seguido su canción. ¡Es hermosa!", dijo la ballena emocionada.
"¡Gracias! Somos los delfines del Arrecife Alegre. Nos encanta jugar y cantar", dijo uno de los delfines deslizándose con gracia.
Coral, maravillada, pidió unirse a ellos.
"¿Puedo jugar con ustedes?".
"Por supuesto, pero debes ser rápida. ¡Ven, únete a nuestra danza!", le respondió el delfín más ágil.
Coral intentó hacer los movimientos, pero era clumsy, su tamaño no le permitía moverse con la misma rapidez que los delfines. Se sintió un poco triste.
"Tal vez no soy como ustedes...", murmuró.
Un delfín más viejo, al ver la tristeza en su rostro, se acercó.
"No te desanimes, Coral. ¿Sabes? Todos somos diferentes y eso es lo que nos hace especiales. Tú tienes el talento de la canción. Podrías enseñarnos a cantar como tú", propuso el delfín sabio.
Coral, intrigada, pensó por un momento y luego aceptó.
"¡Sí, sería un placer!", exclamó con entusiasmo.
Y así, Coral comenzó a enseñarles a los delfines a cantar sus melodiosas canciones. Aunque sus voces eran diferentes, juntos crearon una hermosa melodía que llenó el océano.
Pasaron los días y la música de Coral y los delfines se volvió famosa en todo el mar. Las otras criaturas marinas venían a escuchar y unirse a la celebración.
Un día, una fuerte tormenta azotó el océano y Coral vio cómo algunos delfines luchaban por mantenerse a flote. Sin pensarlo, comenzó a cantar, usando su hermosa voz para guiarlos.
"¡Sigan la canción, sigan mi voz!", gritó Coral al grupo de delfines.
Los delfines, recordando su melodía, nadaron junto a ella y se sintieron seguros. Con la dirección de Coral, pudieron salir de la tormenta y encontrar un lugar resguardado.
Después de la tormenta, todos estaban muy agradecidos.
"Gracias, Coral. Eres una heroína y una gran amiga. Sin ti, no habríamos encontrado el camino", dijo el delfín más joven.
"No soy una heroína. Solo usamos nuestro talento para ayudarnos unos a otros", respondió humildemente Coral.
Desde ese día, Coral aprendió que ser diferente era una fortaleza. Junto a sus amigos, organizó conciertos donde todos podían cantar, bailar y celebrar sus talentos únicos.
"El océano es un lugar mágico, lleno de sorpresas y amistades", decía Coral, mientras miraba hacia el horizonte.
Y así, la ballena Coral se convirtió en la estrella del arrecife, donde no solo se celebraban las canciones de las ballenas, sino también la alegría de ser únicos.
Cada criatura marina entendió que sus diferencias eran lo que hacía al océano un lugar lleno de vida y color. Y a partir de entonces, cada vez que escuchaban una melodía, recordaban que juntos podían superar cualquier tormenta, por muy fuerte que fuera.
Y así, Coral y sus amigos siguieron cantando, enseñando y celebrando la diversidad del océano, con la esperanza de transmitir a todos los que escucharan su voz, que cada uno tiene algo especial que ofrecer al mundo.
Fin.
FIN.