Las banderas de Espi



En un pequeño huerto, vivía un simpático espantapájaros llamado Espi. Era el encargado de cuidar las deliciosas frutas y verduras que crecían allí.

Pero no todo era tan tranquilo como parecía, ya que unos pájaros traviesos merodeaban por el lugar en busca de semillas para comer. Una mañana, Espi se despertó con un alboroto en el huerto. Al asomarse, vio a los pájaros picoteando las semillas recién sembradas.

Se acercó corriendo agitando sus brazos de paja y gritando:-¡Fuera de aquí, pájaros traviesos! ¡No pueden comerse las semillas! Los pájaros, sorprendidos por la repentina aparición de Espi, salieron volando entre risas burlonas. El espantapájaros suspiró resignado y decidió buscar una solución para proteger el huerto.

Con su ingenio y creatividad, Espi construyó unas coloridas banderas para ahuyentar a los pájaros. Las colocó estratégicamente entre las plantas y esperó a ver si funcionaba.

Al día siguiente, al despertar, Espi encontró nuevamente a los pájaros revoloteando en el huerto. Pero esta vez algo era diferente: estaban jugueteando con las banderas en lugar de comerse las semillas. -¡Vaya! Parece que les gustaron mis banderas -dijo Espi con una sonrisa-.

Tal vez no sean tan traviesos después de todo. Los días pasaron y los pájaros continuaron visitando el huerto, pero ya no causaban problemas. Incluso comenzaron a ayudar a Espi ahuyentando insectos dañinos para las plantas.

Un día, mientras disfrutaban juntos del atardecer en el huerto, uno de los pájaros se acercó volando hacia Espi y le entregó algo brillante en su pico. Era una hermosa pluma multicolor.

-¡Gracias por enseñarnos a divertirnos sin dañar tu huerto! -dijo el ave con gratitud antes de salir volando con sus amigos. Espi observaba la pluma maravillado y emocionado por la nueva amistad que había cultivado con los pájaros traviesos. Decidió colgarla en su sombrero como símbolo de paz y armonía entre todas las criaturas del huerto.

Desde ese día en adelante, Espi y los pájaros vivieron felices aventuras juntos en el huerto. Los niños que pasaban cerca se maravillaban al ver al amistoso espantapájaros rodeado de aves cantoras revoloteando alegremente.

Y así fue como gracias al ingenio, la paciencia y la bondad de Espi, todos aprendieron la importancia del respeto mutuo y la convivencia pacífica en armonía con la naturaleza.

El pequeño huerto se convirtió en un ejemplo vivo de cómo trabajar juntos puede traer alegría y prosperidad para todos sus habitantes. Y aunque siempre habrá desafíos por superar, mientras exista amor y comprensión entre ellos nada podrá perturbar su feliz final feliz.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!