Las bayas voladoras y el valor de la bondad
Había una vez en un pequeño pueblo de la Patagonia argentina, una niña llamada Blanca que vivía con su abuela en una casita pintoresca al pie de las montañas.
Blanca era una niña muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Un día, mientras exploraba el bosque cerca de su casa, Blanca encontró un extraño arbusto lleno de bayas blancas brillantes. Sin pensarlo dos veces, decidió probar una de esas deliciosas bayas.
¡Y para su sorpresa, algo mágico ocurrió! Blanca comenzó a sentirse ligera como una pluma y poco a poco se dio cuenta de que estaba flotando en el aire. Se convirtió en la primera persona que podía volar en todo el mundo.
Estaba emocionada y asombrada por su nueva habilidad. Al regresar a casa, le contó a su abuela sobre sus increíbles poderes recién descubiertos.
La abuela no podía creerlo al principio, pero cuando vio a Blanca flotando frente a ella, supo que era verdad. "¡Blanca! Esto es maravilloso", exclamó la abuela con alegría. "Pero recuerda usar tus poderes sabiamente y nunca los uses para hacer daño". Blanca asintió con entusiasmo y prometió ser responsable con sus nuevos poderes.
A partir de ese momento, Blanca comenzó a utilizar sus habilidades para ayudar a los demás. Volaba por todo el pueblo rescatando gatos atrapados en los árboles o ayudando a las personas mayores cruzar ríos sin peligro.
Todos en el pueblo comenzaron a llamarla "Blanca Nieve" por su cabello blanco y su espíritu generoso. Un día, mientras volaba por el bosque, Blanca escuchó un grito de auxilio.
Se dirigió hacia el sonido y encontró a un pequeño zorro atrapado entre unas ramas. Sin dudarlo, Blanca utilizó sus poderes para levantar al zorrito y liberarlo. El zorro estaba tan agradecido que decidió acompañar a Blanca en sus aventuras.
Juntos, se convirtieron en los héroes del pueblo, resolviendo problemas y ayudando siempre que alguien lo necesitaba. Pero un día, algo inesperado sucedió. Mientras volaban cerca de la montaña más alta de la región, una ráfaga de viento fuerte golpeó a Blanca y la hizo perder el control.
Cayó en picada hacia el suelo y se estrelló contra una roca afilada. Cuando despertó, se dio cuenta de que ya no podía volar. Sus poderes habían desaparecido junto con su capacidad para flotar en el aire.
Blanca estaba triste pero recordó las palabras sabias de su abuela: "Nunca debemos depender solo de nuestros dones especiales para hacer cosas buenas". Entendió que aún podía ser valiente y amable sin tener poderes extraordinarios.
A pesar de haber perdido sus habilidades mágicas, Blanca siguió ayudando a los demás como mejor podía. Comenzó a enseñarles habilidades útiles que había aprendido durante todas sus aventuras voladoras. La gente del pueblo apreciaba su generosidad y valentía.
Con el tiempo, Blanca se dio cuenta de que su mayor poder no estaba en volar, sino en inspirar a los demás a ser amables y valientes.
Se convirtió en un ejemplo para todos los niños del pueblo, demostrando que uno puede hacer una diferencia sin tener habilidades mágicas. Y así, Blanca Nieve vivió felizmente rodeada de amigos y la gratitud de su comunidad, siempre recordando que lo más importante es ser una buena persona y ayudar a los demás.
FIN.