Las Botellas Mágicas de Pergamino
Había una vez en la ciudad de Pergamino, un joven llamado Lucas que soñaba con cambiar el mundo. Desde pequeño, Lucas guardaba botellas de plástico en su casa, pero cada vez que veía cómo se acumulaban en los basurales, su corazón se llenaba de tristeza. "¿Por qué tenemos que usar plástico que no se descompone nunca?"- solía preguntarse. Un día, mientras paseaba por el parque, encontró a una anciana que recogía botellas de plástico del suelo. "¿Por qué haces esto?"- le preguntó Lucas. "Soy Doña Marta, y lo hago porque amo a la naturaleza. Pero estoy cansada de que la gente no aprecie nuestro hogar"-, respondió ella con una sonrisa. Lucas decidió que quería ayudar a Doña Marta y a su ciudad. "¿Y si fabricamos una botella que se pueda descomponer en la tierra, en vez de estar aquí por mil años?"- sugirió Lucas. Doña Marta se ilumina con la idea. "¡Eso sería magnífico! Pero, ¿cómo lo haremos?"-
Lucas comenzó a investigar y a experimentar con materiales biodegradables. Reunió a sus amigos en la escuela y les contó su plan. "¡Hagamos botellas biodegradables!"- exclamó entusiasmado. Sus amigos, al principio, pensaban que era un sueño muy grande. "¿Quiénes somos nosotros para cambiar el mundo?"- dijo Sofía, una de sus amigas. Pero Lucas insistió. "La única manera de empezar es probando. Y si todos colaboramos, lo lograremos!"-
Cada tarde, después de clases, se reunían en el patio de su casa. Juntos, crearon distintas mezclas de materiales naturales y comenzaron a fabricar botellas. Vieron que con cada intento, mejoraban más y más. Aunque a veces era difícil y algunas botellas se rompían, no se dieron por vencidos. Con cada fracaso, Lucas les decía "Cada error es un paso más cerca de nuestro objetivo."-
Finalmente, después de varias semanas de trabajo, lograron crear prototipos de botellas biodegradables. Era un día soleado cuando decidieron presentarlas a toda la comunidad en la plaza principal. Con emoción, colocaron un stand y decoraron el lugar con flores y colores. "¡Vengan a ver nuestras botellas mágicas!"- gritó Lucas. La gente se acercó curiosa, algunos los miraban con escepticismo. "¿Por qué debo dejar de usar botellas de plástico?"- preguntó un hombre mayor. "Porque estas botellas se descomponen en seis meses en la tierra, ¡y ayudan a cuidar nuestro planeta!"- respondió entusiasmado Lucas.
La noticia se fue extendiendo y la gente comenzó a interesarse más. Doña Marta se unió a ellos, relatando su experiencia y la importancia de cuidar el medio ambiente. "Juntos podemos hacer la diferencia, ¡pero debemos empezar a actuar ya!"- dijo con pasión. Al notar la respuesta positiva de la comunidad, Lucas y sus amigos decidieron hacer un taller para enseñar a los demás a hacer sus propias botellas biodegradables. Los niños se unieron a la propuesta y pronto, cada fin de semana, la plaza se llenó de risas y materiales de desecho. Todos querían aprender.
Las botellas comenzaron a volar de sus manos, pero, un día, ocurrió algo inesperado. Una gran compañía de plástico, al enterarse del proyecto de Lucas, decidió acudir al taller. "¿Cómo se atrevan a arruinar nuestro negocio? Si continúan así, ustedes no venderán más plástico!"- gritaron, mientras miraban con desprecio a los niños. "Pero no se trata de arruinar más, se trata de cuidar nuestro planeta!"- contestó valientemente Sofía. Lucas miró a sus amigos y decidió que no se darían por vencidos. "Continuaremos con nuestra misión. ¡No podemos dejar que nos detengan!"-
La empresa intentó desacreditar su trabajo, pero los niños fueron apoyados por la comunidad. Todos querían lo mejor para su ciudad. Con el tiempo, los periódicos comenzaron a hablar de Lucas y sus amigos, e incluso, algunos adultos se unieron al proyecto. La demanda por las botellas biodegradables creció, y en la plaza empezaron a venderse no solo botellas, sino también otros productos ecológicos hechos por la comunidad. El esfuerzo conjunto de los chicos y los adultos fue reconocido finalmente por el municipio, que decidió premiarlos por su valentía y dedicación. En una ceremonia muy emotiva, Lucas subió al escenario y dijo: "Si todos aportamos nuestro granito de arena, ¡podemos hacer de Pergamino un lugar más hermoso!"-
Desde entonces, las botellas de Lucas y sus amigos fueron conocidas como las botellas mágicas de Pergamino. La ciudad cambió, más y más personas se unieron al movimiento, y con esfuerzo y dedicación, Lucas, Doña Marta y toda la comunidad aprendieron que cuidar el planeta era un trabajo de todos. Así, cada vez que veían a alguien con una de sus botellas, sonreían, sabiendo que habían logrado hacer un impacto positivo en su hogar.
Y así, Lucas demostró que no importa cuán pequeño seas, si tienes un gran sueño, con esfuerzo y corazón puedes cambiar el mundo.
FIN.