Las Bromas del Zoológico
Un lindo día de sol, Lucas decidió visitar el zoológico junto a su hermana Sofía. Al llegar, la emoción de ver a los animales lo llenaba de alegría. Lucas era conocido en su casa por sus bromas, y pensó que sería divertido hacer unas cuantas a los visitantes del zoológico, especialmente a los niños.
"Mirá Sofía, ahí está el loro. ¡Voy a hacer que todos crean que puede hablar!" - dijo Lucas, mientras se acercaba al ave.
Sofía sonrió, un poco preocupada por lo que Lucas podría hacer. Sin embargo, vio que Lucas era inofensivo. Se acercó un grupo de chicos que estaba mirando al loro, y Lucas, haciendo una voz graciosa, dijo:
"¡Hola, soy un loro que habla!"
Los niños se rieron, y uno de ellos preguntó:
"¿De verdad podés hablar?"
"Claro, si me dais una galletita, repetiré todo lo que decime!" - respondió Lucas con una risa contagiosa.
Los niños empezaron a reírse y le tiraron galletitas al loro, que, por supuesto, sólo las ignoró. A Lucas le encantó el resultado y pensó que podría hacer más bromas por todo el zoológico.
Mientras caminaban, se encontró con un grupo de niños que estaban observando a los monos. Lucas decidió hacer una imitación de un mono, saltando y haciendo ruidos.
"¡Mirá, un mono más!" - gritó una de las chicas, y todos comenzaron a reírse.
Sofía lo miraba divertía.
"Lucas, no seas así, no todos los chicos entienden que es una broma" - le dijo.
"Pero está bien, todos se están divirtiendo" - le respondió él, sintiéndose el rey de las bromas.
Mientras tanto, un cuidador del zoológico, el señor Juan, observaba a Lucas desde lejos. Él sabía que Lucas solo quería divertir a los niños, pero también veía que las bromas podían confundir a algunos.
Cuando Lucas llegó a la jaula de los leones, decidió hacer una broma.
"¿Sabían que los leones son los reyes de la selva? Bueno, ahora también son reyes de las bromas" - dijo, poniendo una corona de papel en su cabeza.
Los chicos rieron, pero el señor Juan decidió intervenir.
"Lucas, las bromas son divertidas, pero hay un momento y un lugar para todo. ¿Sabías que los leones necesitan descansar entre las visitas?" - explicó.
Lucas, un poco sorprendido, preguntó:
"¿Por qué, señor?"
El cuidador, sonriendo, le respondió:
"Los animales también tienen sus momentos. Si los molestas mucho, se estresan y no estarán felices. Debemos mostrar respeto a su hogar y a ellos, igual que lo hacemos con las personas. Una broma es divertida, pero el respeto es más importante."
Lucas bancó la mirada del cuidador, entendiendo la lección.
"Entonces, ¿puedo hacer bromas, pero sin molestar a los animales?"
"Exactamente. Juguemos y disfrutemos juntos, pero siempre cuidemos lo que tenemos delante" - concluyó el señor Juan.
Lucas se sintió más sabio y, de ahora en más, decidió hacer bromas sin afectar a los animales. Se acercó a los nenes y dijo:
"¿Quieren saber un secreto de los leones? Son los más dormilones del zoológico. Solo se despiertan para comer y bostezar. Y miren, yo también estoy un poco dormido" - y se dejó caer de espaldas en el césped, haciéndose el dormido.
Los niños estallaron de risa. Esta broma fue diversión para todos y respeto para los animales.
Al final del día, Lucas y Sofía se fueron del zoológico con muchas risas, pero sobre todo con una valiosa lección sobre el respeto y la responsabilidad.
"Gracias, señor Juan, aprenderé a hacer bromas que todos podamos disfrutar juntos, sin molestar a nadie" - dijo Lucas al cuidador.
"Así se habla, amigo. ¡Hasta la próxima!" - respondió el señor Juan, mientras los niños se despedían del zoológico.
Y así, Lucas dejó el zoológico como un niño más feliz, prometiendo que su próxima visita sería aún más divertida y respetuosa que la anterior.
FIN.