Las Brujas del Bosque Encantado



En un rincón mágico del bosque, vivían tres brujas: Lupe, que siempre estaba rodeada de mariposas amarillas; Carla, conocida por su cabello pelirrojo como el fuego; y Anita, que tenía una risa contagiosa que hacía plantitas crecer. Además de sus poderes, compartían un profundo amor por los animales. A menudo, se les veía transformando a los animales en criaturas más grandes y fuertes, pero su intención era siempre ayudar, no causar mal.

Una mañana, mientras volaban en sus escobas, descubrieron a un pequeño ciervo atrapado en una trampa. Lupe fue la primera en descender.

"¡Pobre animalito! ¿Qué haremos?", preguntó angustiada.

"Hay que liberarlo, pero está asustado", respondió Carla.

"Yo puedo usar mi magia para calmarlo", sugirió Anita.

Anita recitó un encantamiento suave mientras acariciaba al ciervo, y poco a poco, el animal dejó de temer y las brujas pudieron liberarlo.

"¡Eso estuvo genial!", exclamó Lupe.

"Sí, pero aún necesita ayuda. No puede volver solo al bosque. Necesitamos transformarlo para que sea más fuerte y pueda protegerse", propuso Carla.

Las tres brujas se unieron y, con un toque de su varita mágica, el ciervo se convirtió en un robusto caballo.

"Ahora puedes correr y jugar como desees. Recuerda siempre que el bosque es tu hogar y nosotros somos tus amigas", dijo Lupe.

El caballo, feliz, salió corriendo hacia la libertad.

Esa misma tarde, las brujas decidieron invitar a animales de todo el bosque a una fiesta bajo la luna llena. Prepararon juegos, canciones y una gran cena con frutas frescas.

"Lupe, ¿crees que vendrán los zorros? A veces son muy tímidos", preguntó Carla.

"¡Claro! Si les mostramos que estamos aquí para cuidarlos y no para hacerles daño, se sentirán cómodos", respondió Lupe.

La noche de la fiesta fue mágica. Animales de todos tamaños acudieron, desde pequeños conejitos hasta los renos grandes. De repente, en medio de tanto baile y risa, un gran búho llegó volando.

"¡Hola, brujas!", dijo el búho. "He oído sobre su fiesta. Quisiera hablar con ustedes".

"¡Por supuesto! ¿Qué necesitas?", respondió Anita.

"He notado que algunos de mis amigos en el bosque están teniendo problemas. La selva se está secando, y los animales están perdiendo su hogar. ¿Podrían ayudarnos?"

Las brujas se miraron preocupadas.

"Sí, debemos actuar rápido. Si seguimos cuidando el bosque, todos estarán a salvo", dijo Carla.

"¡Vamos a buscar una solución!", agregó Lupe.

Juntas, las brujas decidieron utilizar su magia para hacer que el bosque floreciera nuevamente. Con un hechizo ancestral, transformaron semillas en grandes árboles y llenaron el aire de frescura y vida.

"¡Miren cómo crece todo!", exclamó Anita, llena de alegría.

Los animales aplaudían emocionados. La selva volvía a ser un hogar seguro para todos.

"Gracias, brujas, por cuidar de nosotros y escuchar nuestro llamado", dijo el búho.

"¡Seremos sus cuidadoras siempre!", respondieron al unísono.

Y así, las brujas del bosque siguieron ayudando a los animales y cuidando de su querido hogar. Nunca olvidaron la importancia de la empatía, el respeto por la naturaleza, y lo crucial que era trabajar en equipo.

La historia de las tres brujas se contó a través de generaciones, recordándoles a todos que el amor y la magia siempre pueden cambiar el mundo.

FIN.

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