Las burbujas mágicas de Sara



En un reino de espuma y burbujas, vivía una princesa llamada Sara. Cada vez que entraba en el baño, ¡las burbujas mágicas aparecían para jugar con ella! “¡Puf, puf, burbujas! ” decían mientras flotaban por el aire. Sara intentaba atraparlas con sus manos, pero siempre eran demasiado rápidas y ligeras.

Un día, mientras jugaba con las burbujas, una de ellas se acercó y le dijo:

"¡Hola, Sara! Soy Burbuja Bella y he venido a invitarte a una aventura mágica."

Sara, emocionada, preguntó:

"¿Una aventura? ¿Dónde vamos?"

"A la Isla de las Burbujas, donde vive el Rey Espumoso. Él necesita tu ayuda para resolver un problema. Las burbujas están perdiendo su brillo y necesitamos encontrar el secreto del agua mágica para recuperarlo."

Sin dudarlo, Sara aceptó y siguió a Burbuja Bella hacia la Isla. Volaron en una suave corriente de aire y, al llegar, Sara se maravilló al ver un lugar lleno de burbujas de todos los colores y tamaños. El rey, un burbujeante y simpático personaje con una corona brillante, la recibió con entusiasmo.

"¡Bienvenida, princesa Sara! He oído hablar de tu valentía. Nuestras burbujas han perdido su color y sólo el agua mágica de la fuente del Arcoíris puede devolverles su esplendor. Pero está custodiada por el monstruo de la tristeza. Necesitamos que lo enfrentes."

Sara sintió un cosquilleo de nervios, pero al mirar a las burbujas a su alrededor, se dio cuenta de que no podía dejarlas así.

- “¿Cómo puedo vencer al monstruo de la tristeza? ”

- “Debes recordarle que tiene el poder de ser feliz y que puede compartir su alegría con los demás. Las burbujas están llenas de diversión, ¡muéstrale cómo jugar! ”

Armada con esta información, Sara se adentró en un bosque de burbujas que la llevó hasta la cueva del monstruo. El monstruo, grande y triste, estaba sentado con la cabeza gacha, mirando al suelo. Tenía burbujas grises que no flotaban.

- “¿Quién osa entrar en mi cueva? ” -rugió el monstruo.- “No tengo tiempo para juegos.”

- “Soy la princesa Sara y he venido a invitarte a jugar. Las burbujas necesitas a alguien como vos para recuperar su brillo. ¿Qué tal si intentamos salir y divertirnos juntos? ”

El monstruo miró a Sara con desconfianza:

- “¿Divertirme? No sé jugar…”

- “¡Claro que sí! Solo necesitas intentarlo.” Sara llevó al monstruo a un claro donde otras burbujas flotaban felices.

- “Vamos a hacer burbujas gigantes, ¡y a atrapar las pequeñas! ” -dijo mientras soplaba suavemente.

Las primeras intentonas del monstruo fueron torpes, pero rápidamente comenzó a sonreír cuando una burbuja gigante se formó y voló. Pronto, las risas llenaron el aire y el monstruo se dio cuenta de que jugar era divertido.

- “¡Mirá! ¡Yo lo estoy logrando! ” -gritó mientras saltaba y atrapaba burbujas. Su tristeza empezó a desvanecerse y sus burbujas comenzaron a adquirir color nuevamente.

Con alegría, Sara le dijo:

- “¡Eso es! ¡Esa es la clave! La alegría se comparte, y te hace brillar por dentro y por fuera.”

Finalmente, el monstruo, que ya no lo era, sino un nuevo amigo brillante y feliz, llevó a Sara a la fuente del Arcoíris, que resplandecía con agua mágica. La princesa llenó una botella para llevar a la Isla.

Al regresar, el Rey Espumoso y todas las burbujas aplaudieron a Sara por su valentía y bondad. El Rey pidió a las burbujas que hicieran un baile en su honor. Así, el Reino de la Espuma recuperó su esplendor y las burbujas brillaban más que nunca.

- “Gracias, Sara. Eres una verdadera heroína.” -dijo el rey.

Al despedirse, Sara sabía que siempre llevaría un pedacito de esa aventura en su corazón. Y cuando entraba al baño, no solo jugaba con las burbujas, ¡sino que recordaba que la alegría se puede encontrar en los lugares más inesperados! Y así, cada broma, cada risa, volvían a iluminar el reino de burbujas.

FIN.

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