Las Canicas del Coraje


Había una vez, en la ciudad de Aguadilla, una escuela llamada José de Diego. En esta escuela, había una maestra muy especial llamada Misa González. Misa era conocida por ser muy divertida y cariñosa con sus estudiantes.

Un día, el cielo se oscureció y comenzó a llover a cántaros. Las gotas caían tan fuerte que parecía que estuvieran cayendo gatos y perros del cielo. Los estudiantes se asustaron mucho al ver tanta lluvia.

Misa notó el miedo en los ojos de sus alumnos y decidió hacer algo para calmarlos.

Se acercó a ellos con una sonrisa en su rostro y les dijo: "¡No se preocupen chicos! Solo es un poco de lluvia, no hay nada que temer". Pero los niños seguían inquietos y asustados por la intensidad de la tormenta. Fue entonces cuando Misa tuvo una idea brillante.

Recordó que tenía un juego especial en su sala de clases: un frasco lleno de canicas coloridas. —"Chicos" , dijo Misa emocionada, "¡Tengo un plan para ayudarnos a superar este día lluvioso!"Los niños miraron curiosos a su maestra mientras ella sacaba el frasco lleno de canicas.

"Cada uno tomará una canica", explicó Misa, "y cada vez que sientan miedo o tristeza por la lluvia, solo tienen que mirarla y recordarse a sí mismos lo valientes que son". Los estudiantes se emocionaron ante la idea y comenzaron a tomar sus canicas con entusiasmo.

Cada canica era de un color diferente y representaba una cualidad especial que Misa quería resaltar en cada uno de sus alumnos. "Esta canica roja simboliza tu valentía", le dijo Misa a Pedro, uno de los estudiantes más tímidos.

"Recuerda que eres capaz de enfrentar cualquier desafío". "Y esta canica azul representa tu creatividad", le dijo a Sofía, una niña muy imaginativa. "Utiliza tu imaginación para encontrar formas divertidas de disfrutar este día lluvioso".

Así, uno por uno, Misa fue entregando las canicas a cada estudiante y resaltando sus cualidades únicas. Los niños se sintieron especiales y valientes al recibir sus canicas.

A medida que pasaban las horas, la lluvia seguía cayendo con fuerza, pero los estudiantes ya no sentían miedo. Miraban sus canicas y recordaban lo valientes y especiales que eran. De repente, mientras todos estaban concentrados en sus canicas, un rayo iluminó el cielo seguido por un fuerte trueno.

Los niños se asustaron nuevamente. Misa aprovechó ese momento para enseñarles una última lección importante: el poder del apoyo mutuo. —"Chicos" , les dijo con voz firme pero cariñosa, "recuerden que no están solos.

Estamos juntos en esto y podemos enfrentarlo juntos". Los estudiantes se miraron unos a otros y sonrieron. Se dieron cuenta de que tenían a sus amigos para apoyarse mutuamente en momentos difíciles. La tormenta continuó durante todo el día, pero los estudiantes ya no tenían miedo.

Sabían que eran valientes y especiales, y que podían enfrentar cualquier desafío. Cuando finalmente paró de llover, los niños salieron al patio de la escuela y vieron un hermoso arcoíris en el cielo.

Se abrazaron emocionados, sabiendo que habían superado juntos un día lluvioso lleno de miedos. Desde ese día, cada vez que veían una tormenta o se sentían asustados, los estudiantes recordaban sus canicas y se animaban mutuamente a ser valientes y especiales.

Y así, gracias a Misa González y su idea brillante, los alumnos de José de Diego School aprendieron una gran lección: nunca deben perder la confianza en sí mismos ni olvidar lo maravillosos que son.

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