Las Carracas en Peligro
En un rincón del mundo, donde cuatro calas se abrazaban, vivían tres amigos muy distintos: Lina, una joven humana amante de la naturaleza; dos carracas, que se llamaban Coco y Lala; y un simpático gato salvaje de pelaje atigrado que respondía al nombre de Tigre. Aunque Lina era la única que podía hablar, no tenían manera de entenderse entre ellos. Las carracas hacían vibrar el aire con sus trinos, y Tigre movía la cola y maullaba mientras exploraba su hogar.
Un día, mientras exploraban la cala más alejada, se dieron cuenta de que el canto de las carracas había disminuido drásticamente. Lina, preocupada y atraída por el sonido de las aves, decidió investigar. Al acercarse, vio que el bosque donde solían anidar se había ido, reemplazado por una construcción que gritaba avaricia y desidia. El peligro de extinción de las carracas era real.
- ¡Miren! - exclamó Lina mirando a sus amigos, mientras señalaba la devastación que se extendía ante ellos.
Coco y Lala, al escuchar el tono de preocupación en su voz, dejaron de jugar y miraron con atención. El pajarito azul giró la cabeza de un lado a otro, mientras que Lala posó sus patas en el suelo, temblando de angustia.
- ¡Debemos hacer algo! - dijo Lina con determinación, mientras señalaba al horizonte.
Los amigos, aunque no podían comunicarse, entendieron la urgencia en sus corazones. Tito, el gato, llevó a Lina al lugar donde los otros animales del bosque se reunían para buscar ayuda. Al llegar al claro, vio a un grupo de animales asustados: los conejos, los ciervos y hasta un viejo búho que le guiñó un ojo.
- ¡Escuchen! - gritó Lina, levantando su voz. El búho, sintiéndose responsable, aleteó y convocó a todos los animales.
- Tenemos un desafío, debemos salvar los nidos de las carracas.
Coco y Lala entendieron la gravedad de la situación. Con trinos ansiosos, comenzaron a volar en círculos, tratando de atraer la atención de sus amigos. Tigre, desde el suelo, decidió ayudar. Rasguñó algunas hojas que habían caído, mientras los otros animales se acercaban curiosos a mirar.
El búho propuso un plan: unirse todos para crear un nuevo hogar para las carracas. Cada animal podría traer algo para construirlo. Un grupo de ciervos trajo ramas, los conejos, hierbas, y el gato se encargó de traer trozos de maderas caídas.
Mientras tanto, Coco y Lala volaron hacia la obra de construcción que amenazaba su hogar y comenzaron a hacer ruido, haciendo que los trabajadores miraran hacia arriba, sorprendidos. Las carracas volaron cerca, donde estaban los planos de la construcción, haciendo que todos se distrajeran.
Lina vio esto como una oportunidad. - ¡Rápido! - ordenó a sus amigos. Con todos juntos, comenzaron a levantar un nuevo refugio en la calita que todavía estaba intacta, lejos de la construcción.
Luego de un esfuerzo colosal, lograron edificar un refugio. El búho hizo de guardián de la nueva casa de las carracas, mientras que Tigre se encargaba de mantener a raya a otros depredadores.
Finalmente, al caer la tarde, Coco y Lala encontraron el nido. Emitiendo un canto jubiloso, llenaron la calita con su música, mientras todas las criaturas del bosque se unieron a la celebración.
Lina sonreía, apreciando cómo todos habían trabajado juntos por un mismo propósito. La amistad y la colaboración, aunque no pudieran comunicarse verbalmente, había logrado conectar a todos en su proyecto de sanación.
FIN.