Las cartas mágicas de Catalina


Había una vez una niña llamada Catalina, a quien le encantaba jugar y divertirse. Un día, mientras exploraba su ático en busca de juegos nuevos, encontró una caja llena de cartas.

Catalina nunca había jugado a las cartas antes, pero estaba dispuesta a aprender. Se sentó en su escritorio y comenzó a organizar las cartas en diferentes pilas. Sin embargo, se dio cuenta de que había algo extraño en estas cartas: tenían dibujos mágicos.

Curiosa como era, Catalina decidió sacar una carta al azar y ver qué pasaba. Para su sorpresa, la carta se convirtió en un conejo real que saltó del papel y comenzó a correr por toda la habitación.

"¡Oh no! ¿Qué hago ahora?" exclamó Catalina mientras perseguía al conejo por todas partes. Finalmente, logró atraparlo y lo volvió a colocar sobre la mesa. Pero cuando intentó ponerlo nuevamente dentro de la carta, el conejo desapareció por completo.

Catalina sabía que tenía que ser más cuidadosa con las cartas mágicas. Decidió leer el manual que venía con ellas para entender mejor cómo jugar correctamente.

Descubrió que cada carta tenía un poder especial y debía ser utilizada adecuadamente para obtener los mejores resultados. Emocionada por esta nueva información, Catalina invitó a sus amigos Lucas y Sofía a jugar con ella. Les explicó las reglas del juego e hicieron una pequeña competencia entre ellos.

En cada turno, alguien sacaba una carta y usaban su poder mágico para ayudarse o dificultarse mutuamente. Por ejemplo, una carta convertía a uno de los jugadores en un gigante y le daba una ventaja extra, mientras que otra carta les permitía intercambiar sus manos.

A medida que avanzaba el juego, Catalina se dio cuenta de algo importante: no siempre tenía que ganar para disfrutar. Lo más importante era divertirse y pasar un buen rato con sus amigos.

Después de varias rondas emocionantes, llegaron a la última carta del mazo. Esta carta era muy especial, ya que podía conceder un deseo al jugador que la utilizara correctamente. Catalina pensó por un momento y decidió usar su deseo para ayudar a alguien más.

Deseó que todos los niños del mundo tuvieran suficientes juguetes para jugar y ser felices. De repente, los juguetes comenzaron a aparecer por todas partes: muñecas, pelotas, rompecabezas...

¡era como si el deseo de Catalina se hubiera hecho realidad! Lucas y Sofía aplaudieron emocionados mientras celebraban el hermoso gesto de su amiga. Juntos recogieron todos los juguetes y decidieron donarlos a organizaciones benéficas para que otros niños pudieran disfrutarlos también.

Desde ese día en adelante, Catalina siguió jugando con las cartas mágicas, pero ahora lo hacía con una nueva perspectiva. Aprendió el verdadero valor de la amistad y cómo pequeños actos de bondad pueden hacer una gran diferencia en el mundo.

Y así fue como Catalina descubrió no solo el poder de las cartas mágicas sino también el poder dentro de ella misma para hacer del mundo un lugar mejor.

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