Las Cartas Mágicas de la Lluvia
Había una vez un pequeño pueblo llamado Nublia, donde la lluvia caía constantemente, convirtiendo las calles en espejos que reflejaban las nubes grises. Sus habitantes habían aprendido a amoldarse a la lluvia, disfrutando de danzas al aire libre bajo el agua y creando juegos que incluían charcos. Sin embargo, había un niño llamado Simón que se sentía solo, encerrado en su casa, sintiendo que la lluvia le robaba la aventura.
Un día, mientras la lluvia caía con fuerza, Simón decidió explorar el viejo desván de su abuelo. Allí encontró una caja de madera polvorienta.
"¿Qué será esto?" - se preguntó mientras la abría con curiosidad.
Dentro de la caja había cartas. No eran cartas comunes, eran cartas llenas de poemas sobre aventuras increíbles, lugares lejanos y amistades entrañables. Simón tomó una y comenzó a leer en voz alta:
"En un bosque encantado, donde el cielo se abraza al mar, habitan los sueños olvidados, y está el tesoro de la amistad."
Las palabras lo llevaron a imaginar un bosque lleno de criaturas mágicas y aventuras emocionantes. De repente, escuchó un suave susurro.
"¿Te gustaría visitarlo?" - preguntó la lluvia, cuyas gotitas parecían bailar alrededor.
Simón no podía creer lo que escuchaba, era como si la lluvia hablara.
"¿Puedo?" - preguntó entusiasmado.
"Sí, sólo tienes que abrir tu corazón y dejarte llevar por los poemas" - respondió la lluvia.
Sin pensarlo dos veces, Simón tomó la carta y cerró los ojos. Al abrirlos, se encontró en un hermoso bosque lleno de colores vibrantes, árboles altos y el sonido de risas cercanas.
"¡Bienvenido, Simón!" - gritaron unos pequeños duendes que danzaban alrededor de un arroyo. Uno de ellos se acercó y le dijo:
"Soy Tilo, y este es el Bosque de los Sueños. Aquí, cada poema tiene vida y cada gota de lluvia trae una nueva aventura."
Juntos, Simón y los duendes exploraron el bosque, conocieron a criaturas que nunca antes había imaginado, desde un zorro filósofo que hacía acertijos, hasta una tortuga que contaba historias de viajes lejanos.
En medio de la aventura, Simón se dio cuenta de que no estaba solo, había hecho nuevos amigos y las risas resonaban en el aire. Poco a poco, se olvidó de su soledad, y con cada historia que escuchaba, su corazón se llenaba más de alegría.
"Gracias, Tilo, esto es mejor de lo que había imaginado. ¡Nunca me había sentido tan vivo!" - exclamó Simón.
"Siempre has tenido ese espíritu aventurero dentro, sólo necesitabas la lluvia y un poco de magia" - dijo Tilo con una sonrisa.
Sin embargo, la lluvia comenzó a cesar y una luz brillante apareció en el cielo.
"Es hora de regresar, pero no te sientas triste. Cada vez que llueva, podrás sumergirte en tus poemas y regresar aquí. Recuerda que la aventura está en tu corazón" - le dijo Tilo antes de que una suave brisa lo envolviera.
Simón abrió los ojos y se encontró de nuevo en su desván. La lluvia seguía cayendo, pero ahora se sentía diferente.
"¡Tengo que escribir mis propias cartas!" - gritó emocionado. Y así fue como, con un cuaderno y un lápiz, comenzó a escribir sus propias aventuras, sabiendo que cada palabra lo llevaría a un lugar mágico.
Y así, Simón nunca volvió a sentir soledad. Con cada carta y poema, la lluvia se convirtió en su compañera de aventuras, recordándole que la verdadera magia se encuentra en la creatividad, la amistad y la imaginación.
Fin.
FIN.