Las cartas misteriosas de Joaquín



Era un día soleado en Buenos Aires, y Joaquín, un hombre común y corriente que trabajaba en una oficina como contador, se encontró con una carta extraña en su buzón. No era de alguien que conociera y no había remitente. La carta tenía un estilo de escritura que no le resultaba familiar y decía:

"Querido Joaquín, soy tu yo futuro. Te advierto que si decides aceptar la propuesta de tu jefe para trabajar el fin de semana, eso cambiará tu destino para siempre. No lo hagas."

Joaquín se rascó la cabeza,

"¿Aceptarlo? Pero, ¿y si es una buena oportunidad?" pensó.

Sin embargo, decidió no aceptar la propuesta, y con el tiempo, su jefe se olvidó de él para un ascenso que iba a dar. Un par de días después, recibió otra carta:

"Querido Joaquín, no compres ese coche nuevo, te traerá muchos problemas."

"Pero ese coche es tan lindo, y mi auto viejo ya no funciona bien..." se justificó.

A pesar de la advertencia, compró el coche. Al poco tiempo, se dio cuenta de que había hecho un gasto enorme y que el coche tenía más problemas de los que imaginaba.

Desesperado, Joaquín decidió abrir la tercera carta que llegó poco después:

"Estimado Joaquín, no te peles con tu vecino, aunque él te moleste. Es una mala decisión."

"Pero es un grosero, siempre le deja la basura en la puerta de mi casa" protestó Joaquín, y sin pensarlo, se confrontó con su vecino.

Al final, todo lo que logró fue empeorar la situación y hacer que su vecino fuera aún más ruidoso.

Cada carta parecía empeorar su vida en distintas formas. Así que un día, Joaquín se sentó a reflexionar.

"Quizás estas cartas no son un guía claro, tal vez deba aprender a tomar decisiones yo mismo."

En lugar de seguir las advertencias, decidió hacer lo opuesto o simplemente no hacer nada y reflexionar antes de actuar.

Cuando comenzó a pensar por sí mismo, Joaquín recibió una última carta:

"Querido Joaquín, lo has entendido. La vida está llena de decisiones, y no siempre son fáciles. Lo importante es aprender de cada paso, incluso de los errores. ¡Te deseo lo mejor en el futuro!"

Joaquín sonrió, ahora entendía que las cartas, aunque misteriosas, lo habían ayudado a comprender que tenía la capacidad de decidir su propio destino. Desde aquel día, aunque a veces dudaba, siempre pensaba dos veces antes de actuar, y sobre todo, aprendió a valorar tanto sus aciertos como sus errores.

Y así, Joaquín empezó a tomar decisiones más sabias, se hizo amigo de su vecino y hasta encontró nuevas oportunidades en su trabajo, ¡sin necesidad de cartas misteriosas! Su vida, al final, era suya, y estaba en sus manos hacerla brillar.

FIN.

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