Las cartas que nunca envié



Sofía era una adolescente apasionada por la escritura. En su diario, guardaba todos sus pensamientos y sentimientos sobre Gabriel, un chico de su escuela con el que tenía una conexión extraña e inexplicable. A pesar de que compartían varias clases y algunos momentos juntos, cada vez que intentaba hablarle, las palabras se le atascaban en la garganta.

Un día, mientras Sofía estaba sentada en un banco del parque escribiendo otra carta que nunca enviaría, su amiga Valentina la encontró con la pluma entre los dedos y una mirada pensativa.

"¿Otra carta a Gabriel, Sofía?" - preguntó Valentina con una sonrisa traviesa.

"No es que tenga intención de enviarla. Solo escribo para entender lo que siento. Hay algo en él que me atrae, pero no sé qué es" - respondió Sofía, mirando al suelo mientras jugueteaba con su pluma.

Valentina frunció el ceño, pensando en cómo ayudar a su amiga. "Quizás deberías decírselo de alguna manera. A veces los sentimientos son más claros cuando los expresas" - sugirió.

"Pero... y si él no siente lo mismo..." - Sofía se sintió abrumada por el miedo al rechazo.

Un fin de semana, mientras estaban en una reunión de amigos, Sofía lo vio. Gabriel estaba riendo con otros chicos, y su risa era contagiosa. En ese momento, decidió que iba a enfrentarse a sus sentimientos. Se armó de valor y se acercó a él.

"Hola, Gabriel. ¿Podemos hablar un momento?" - preguntó, aunque su voz sonó más suave de lo que esperaba.

"Claro, Sofía. ¿Qué pasa?" - respondió Gabriel, mirándola con curiosidad.

Sofía sintió su corazón latir más rápido. "He estado escribiendo... cartas a veces, y, bueno, me gustaría saber qué piensas sobre... sobre nosotros" - balbuceó, sintiendo que se sonrojaba.

"Sobre nosotros..." - repitió Gabriel, y su expresión cambió a una de sorpresa.

"Sí, es que siento que hay algo especial, como una conexión. Pero no estoy segura" - confesó Sofía, sintiéndose vulnerable.

Gabriel se quedó en silencio, reflexionando. "Sofía, yo también he sentido eso. A veces me cuesta acercarme porque no quiero arruinar nuestra amistad" - dijo, mirando hacia el suelo con timidez.

"¿Y si... y si tratamos de conocernos mejor?" - sugirió Sofía, comenzando a sentirse más esperanzada.

"Me encantaría" - respondió Gabriel, sonriendo genuinamente.

A partir de ese día, Sofía y Gabriel comenzaron a explorar su amistad, y con el tiempo, esa conexión confusa se convirtió en algo más hermoso. Salían a pasear, compartían sus libros favoritos y descubrían intereses en común.

Una tarde, mientras Sofía escribía en su diario, Gabriel le preguntó. "¿Vas a seguir escribiendo esas cartas?" - con una sonrisa juguetona.

"Quizás no debería escribirlas como cartas. Quizás deberían ser historias, sobre nosotros..." - dijo Sofía, sintiendo una chispa de inspiración.

Decidieron comenzar a co-crear una historia en donde sus aventuras y sus sentimientos se entrelazaban, y al hacerlo, Sofía entendió que a veces las palabras se pueden expresar de muchas formas. La emoción de compartir su mundo con Gabriel la hacía sentirse libre y llena de creatividad.

Cada vez que miraban hacia el futuro, Sofía y Gabriel se sentían emocionados por las posibilidades que les esperaba. Comprendieron que sus cartas que nunca enviaron no eran necesarias, porque lo que realmente tenía valor era el vínculo que habían construido juntos.

FIN.

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