Las casitas de la amistad
Había una vez, en un hermoso bosque argentino, tres chanchitos traviesos y aventureros llamados Tito, Pancho y Lola. Estos tres cerditos vivían felices junto a su amiga la ovejita Margarita.
Un día soleado, mientras jugaban entre las flores del prado, escucharon unos ruidos extraños provenientes de los árboles cercanos. Se acercaron con curiosidad y descubrieron al lobo Don Lupín construyendo una casa con hojas y ramas.
Tito se acercó al lobo con valentía: "Hola Don Lupín, ¿qué estás haciendo?" - preguntó el cerdito. El lobo sonrió astutamente y respondió: "Estoy construyendo una casa para protegerme de la lluvia y el frío. Es muy resistente".
Los tres chanchitos quedaron impresionados por la habilidad del lobo para construir casas. Decidieron aprender de él para ser también expertos constructores. Don Lupín enseñó a Tito, Pancho y Lola cómo recolectar materiales como hojas secas, ramitas fuertes y barro para hacer sus propias casitas.
Los cerditos prestaron mucha atención a cada detalle que el lobo les enseñaba. Pasaron los días y cada uno terminó su propia casita.
Tito hizo una casa de hojas secas bien compactadas; Pancho construyó una casita con ramitas entrelazadas; mientras que Lola optó por un hogar hecho de barro endurecido al sol. El lobo estaba orgulloso de sus alumnos e invitó a los chanchitos a pasar la noche en sus nuevas casas. Pero algo inesperado sucedió cuando llegó la hora de dormir.
Tito comenzó a gruñir mientras dormía, y sin darse cuenta, derribó su casa de hojas secas. Pancho, al saltar por el sueño, hizo que su casita de ramitas se desmoronara.
Y Lola, con sus ronquidos fuertes, provocó que su hogar de barro se hiciera añicos. Los chanchitos se despertaron sobresaltados y vieron cómo sus casitas habían quedado destrozadas. Estaban tristes y avergonzados por lo ocurrido.
Don Lupín los consoló diciendo: "No se preocupen mis queridos cerditos, todos cometemos errores. Lo importante es aprender de ellos". Con el corazón lleno de esperanza y determinación, Tito, Pancho y Lola decidieron unirse nuevamente para construir una nueva casa juntos.
Esta vez utilizarían los conocimientos aprendidos del lobo pero también agregarían sus propias ideas creativas. Trabajaron arduamente durante días y finalmente terminaron una hermosa casa hecha con hojas secas entrelazadas con ramitas fuertes y reforzada con barro endurecido al sol.
Cuando terminaron su obra maestra, invitaron a Don Lupín a pasar la noche en esa nueva casa tan especial. El lobo aceptó gustoso y disfrutaron de una velada maravillosa contándose historias bajo las estrellas.
Desde aquel día, los cuatro amigos vivieron juntos en aquella casa única que habían construido entre todos. Aprendieron que trabajar en equipo era fundamental para lograr grandes cosas y que cada uno tenía habilidades únicas para aportar.
Los gruñidos de Tito, los saltos de Pancho y los ronquidos de Lola ya no derribaban casas, sino que se convertían en risas y alegría compartida. Y así, juntos demostraron al mundo que la amistad y el trabajo en equipo pueden superar cualquier obstáculo. Y colorín colorado, esta historia de amistad ha terminado.
FIN.