Las casitas de los cerditos



Había una vez tres cerditos llamados Tito, Pepe y Lola que vivían en un hermoso bosque. Eran muy amigos y siempre se cuidaban mutuamente.

Sin embargo, en ese mismo bosque también vivía un lobo malvado llamado Ramón, quien había intentado atrapar a los cerditos muchas veces para comérselos. Un día, mientras los cerditos jugaban cerca de su hogar, vieron acercarse al lobo Ramón con una mirada hambrienta en sus ojos.

Rápidamente, los cerditos corrieron a su casa construida de paja y cerraron la puerta con llave. El lobo Ramón golpeó fuertemente la puerta y dijo: "¡Cerditos traviesos! ¡Abran la puerta o soplaré y derribaré su casa!".

Pero los cerditos no le hicieron caso y continuaron fortaleciendo su hogar. Al ver que no podía entrar a la casa de paja, el lobo Ramón decidió irse en busca de otro plan para atrapar a los cerditos.

Mientras tanto, Tito, Pepe y Lola decidieron construir casas más seguras para protegerse del temible lobo. Tito decidió hacer su casa con palitos de madera bien entrelazados. Pepe optó por utilizar troncos resistentes para construir su hogar.

Y Lola prefirió utilizar ladrillos sólidos para asegurarse de estar completamente segura. Cuando terminaron sus casas nuevas, estaban orgullosos del resultado. Pero lo que no sabían era que el astuto lobo Ramón estaba observando desde lejos y planeaba atacar nuevamente.

El lobo Ramón, aprovechando la ausencia de los cerditos, se acercó a la casa de Tito y golpeó la puerta. "¡Cerdito Tito! ¡Ábreme la puerta o soplaré y derribaré tu casa!", gritó el lobo con malicia. Tito, asustado pero valiente, respondió: "No te dejaremos entrar.

Esta vez hemos construido una casa más fuerte que antes". El lobo Ramón intentó soplar con todas sus fuerzas, pero no pudo hacer nada contra las paredes sólidas de madera.

Frustrado por su fracaso, el lobo Ramón decidió ir a probar suerte en la casa de Pepe. Golpeó fuertemente la puerta y amenazó: "¡Cerdito Pepe! ¡Ábreme o soplaré y derribaré tu casa!".

Pero Pepe también se negó a abrirle y el lobo no pudo hacer nada contra los troncos resistentes. Finalmente, el lobo Ramón llegó a la casa de Lola. Golpeó con todas sus fuerzas y dijo: "¡Cerdita Lola! ¡Ábreme o soplaré hasta derrumbar tu hogar!".

Pero Lola se mantuvo firme e hizo caso omiso a las amenazas del lobo. Desesperado por atrapar a los cerditos, el lobo Ramón decidió subirse al techo para entrar por la chimenea sin ser visto.

Sin embargo, lo que no sabía era que los cerditos habían preparado una trampa para él. Cuando el lobo bajaba por la chimenea, cayó en una red que los cerditos habían colocado. Los cerditos, con valentía y astucia, lograron atrapar al lobo Ramón.

Pero en lugar de hacerle daño, decidieron darle una lección. Le explicaron que no era correcto querer comerse a otros animales y que todos debían vivir en armonía. El lobo Ramón se sintió avergonzado y prometió cambiar su forma de ser.

Desde ese día, el lobo se convirtió en un gran amigo de los cerditos y juntos disfrutaron de juegos divertidos y aventuras emocionantes.

La moraleja de esta historia es que todos merecen segundas oportunidades y que el diálogo pacífico puede resolver conflictos incluso entre aquellos considerados —"buenos"  o —"malos" . Además, nos enseña la importancia de la amistad y la solidaridad para superar cualquier obstáculo.

FIN.

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