Las cazadoras felinas


Un día, mientras Samba y Cumbia dormían plácidamente en su cama de gato, oyeron un ruido extraño. Se despertaron de golpe y miraron a su alrededor para ver qué estaba pasando. - ¿Qué fue eso? -preguntó Samba, aún somnolienta.

- No lo sé, pero me asusté mucho -respondió Cumbia con voz temblorosa. Las dos gatas se levantaron y salieron corriendo hacia la cocina.

Cuando llegaron allí, vieron que había un ratón comiendo el queso que sus padres habían dejado sobre la mesa. - ¡Mira ese ratón! -exclamó Samba-. Tenemos que atraparlo antes de que se coma todo el queso. Cumbia asintió con firmeza y juntas idearon un plan para capturar al ratón.

Lo persiguieron por toda la casa hasta que finalmente lograron acorralarlo en un rincón. Con mucha astucia y habilidad, lograron atraparlo sin lastimarlo. - ¡Lo hicimos! -dijo Cumbia orgullosa-. Somos unas grandes cazadoras.

Samba sonrió satisfecha también por haber ayudado a proteger la comida de sus dueños. A partir de entonces, las dos hermanas se convirtieron en expertas cazadoras de ratones y otros bichos molestos que se atrevieran a entrar en su hogar.

Pero no solo eso, sino también aprendieron a trabajar juntas como equipo para lograr sus metas. Además del juego y las siestas compartidas comenzaron a entrenarse diariamente para mejorar sus habilidades físicas y mentales.

Cumbia se encargaba de enseñarle a Samba la técnica del sigilo y la paciencia, mientras que Samba le enseñaba a Cumbia cómo saltar más alto y correr más rápido. Con el tiempo, las dos hermanas se convirtieron en gatas muy hábiles y astutas.

Ya no eran solo dos gatitas juguetonas, sino también unas grandes cazadoras y defensoras de su hogar. Y así, gracias a su trabajo en equipo, disciplina y perseverancia lograron ser unas verdaderas campeonas felinas.

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