Las Chicas de la Cancha



Era un hermoso sábado por la mañana en la ciudad de Buenos Aires. El sol brillaba con fuerza y los pájaros cantaban. En el Parque del Bajo, un grupo de amigas se preparaba para la gran final del torneo de fútbol. Su equipo se llamaba "Las Chicas de la Cancha" y estaban a punto de enfrentarse contra sus rivales, las conocidas "Leonas del Norte".

Ambos equipos estaban empatados 2 a 2, y el silbato del árbitro estaba por sonar para el segundo tiempo. Las chicas, aunque nerviosas, se miraban con complicidad. Primero, se reunieron en el círculo que formaron sobre la cancha.

"Chicas, ¡estamos casi ahí!", dijo Valentina, la capitana del equipo, con una sonrisa radiante. "Hemos trabajado mucho y no podemos rendirnos ahora".

"Pero las Leonas son muy rápidas", comentó Ana, un poco preocupada. "No sé si podemos competir con ellas".

"¡Claro que podemos!", respondió Sofía, mientras se ajustaba las canilleras. "No se trata solo de ser rápidas, sino de trabajar juntas. Si todas jugamos como un equipo, ¡no hay forma de que perdamos!".

Las chicas asintieron, y el espíritu de compañerismo las llenó de energía. La amistad que compartían había sido probada en cada entrenamiento, cada pelea por un balón y cada risa que compartían. Era hora de demostrarlo en la cancha.

El árbitro sonó el silbato y el segundo tiempo comenzó. Las Leonas rápidamente se organizaron y atacaron. Mirando a sus rivales, Valentina se dio cuenta de que uno de los puntos débiles del otro equipo era que se separaban mucho cuando atacaban.

"Escuchen, chicas, propongo que mantengamos la formación y corramos en bloque. Así será más fácil proteger nuestro arco y también aprovechar las oportunidades de contraataque", sugirió Valentina.

"Sí, eso puede funcionar!", exclamó Carla, mientras se movía de un lado a otro, lista para actuar.

El equipo de Las Chicas de la Cancha se posicionó. Clara, la arquera, se preparó en su lugar, mientras que Ana y Sofía tomaron las bandas. En un momento crucial, un balón se deslizó por el campo, y Sofía corrió hacia él. Pero al llegar, notó que no podía seguir sola.

"Valen, ¡ven a ayudarme!", gritó Sofía mientras luchaba por el control del balón.

Valentina no dudó un instante; corrió hacia Sofía y juntas lograron superar a una oponente. Con un pase rápido hacia Ana, esta se lanzó hacia el arco rival. La hinchada estalló en aplausos mientras las chicas tomaban la delantera por 3 a 2.

Las Leonas no se dieron por vencidas. A poco de finalizar el partido, lograron empatar nuevamente, 3 a 3. El tiempo se agotaba y la presión comenzaba a hacerse sentir. Las Chicas de la Cancha se reunieron nuevamente en el centro del campo, agotadas pero unidas.

"No podemos dejarnos ganar solo porque están jugando muy bien", dijo Ana, intentando levantar el ánimo. "Lo que importa es que lo damos todo, y esto es solo un juego. Lo mejor es que somos amigas y siempre estaremos juntas".

"Totalmente de acuerdo", respondió Sofía. "Las verdaderas ganadoras somos nosotras, independientemente del resultado. Pero, ¡si podemos ganar también sería genial!".

El silbato del árbitro resonó, marcando los últimos minutos del partido. Las chicas, decididas a dejarlo todo, se entregaron con pasión y fuerza. En una jugada inverosímil, Valentina logró recuperar el balón y se la pasó a Clara, que avanzaba como nunca. Clara, con el corazón palpitando, dribló a dos jugadoras y, con el equipo apoyándola, pateó el balón con todas sus fuerzas. El público quedó en silencio...

¡Gol! El balón entró en la red y el estadio estalló en un grito ensordecedor. Las Chicas de la Cancha ganaron la final 4 a 3. Se abrazaron, saltaron y rieron juntas en el campo, más allá del trofeo.

"¡Lo logramos!", gritó Valentina, con lágrimas de felicidad.

"Pero, chicas, recordemos que aunque ganamos el torneo, lo más bonito de todo es lo que hemos compartido y aprendido juntas", dijo Clara, abrazando a cada una de sus compañeras.

Y así, en la gran final, Las Chicas de la Cancha no solo se coronaron campeonas, sino que también celebraron el poder de la amistad, el respeto y el compañerismo, valores que las acompañarían siempre en la vida y más allá de la cancha. Desde ese día, decidieron que, pase lo que pase, siempre jugarían juntas, en la cancha y en la vida.

FIN.

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