Las Comidas Navideñas de Ramses



Era una cálida mañana de diciembre en la ciudad de Buenos Aires, y Ramses, un niño de diez años, estaba entusiasmado. Su familia tenía una tradición: cada Navidad, cada uno de ellos traía un platillo especial para compartir en la cena familiar. Esa Navidad, sin embargo, parecía que Ramses no podía decidir qué hacer.

-Si al menos supiera cocinar como mi mamá... -pensó Ramses con un suspiro.

Mientas miraba por la ventana, vio a su vecina Doña Rosa, que estaba preparando algo en su jardín. Con curiosidad, decidió acercarse.

-Hola, Doña Rosa, ¿qué estás cocinando? -preguntó Ramses, emocionado.

-Hola, querido. Estoy preparando un delicioso panchón y algunas empanadas para la noche de Navidad. ¿Te gustaría ayudarme? -preguntó Doña Rosa con una sonrisa.

Ramses, emocionado, asintió de inmediato. Comenzó a medir ingredientes y a hacer masa. A medida que iban cocinando, Doña Rosa le contó historias sobre las comidas que había preparado en el pasado.

-Sabes, Ramses, cada plato tiene una historia. Este panchón me lo enseñó mi abuela, quien siempre decía que los mejores sabores vienen de compartir. -Dijo Doña Rosa con nostalgia.

-¿Y esta historia de las empanadas? -preguntó Ramses, mientras envolvía la masa.

-Ah, las empanadas. Son un símbolo de unión. Cada vez que las hacemos juntos, la familia se siente más unida -respondió Doña Rosa con cariño.

Ramses se dio cuenta de que la comida no solo estaba hecha de ingredientes, sino que también contenía amor y recuerdos. Cuando terminó de ayudar a Doña Rosa, se despidió con una sonrisa y un corazón lleno de nuevas ideas para su propia cena navideña.

En casa, comenzó a buscar en la cocina. Recordó los sabrosos quesos y el dulce de batata que hacía su abuela. Entonces tuvo una gran idea. Decidió que quería hacer empanadas de batata y queso como un guiño a sus raíces.

-Tendré que buscar la receta en el cuaderno de mi abuela -murmuró Ramses.

Cuando la noche de Navidad llegó, Ramses estaba listo. Había trabajado duro y había preparado un montón de empanadas. Cada una, cuidadosamente hecha con su toque especial.

Cuando se sentaron a cenar, su familia admiró las empanadas.

-¡Qué deliciosas! ¿Las hiciste vos? -preguntó su hermana Valen, sorprendida.

-Sí, las hice con un poco de ayuda de Doña Rosa y recordando a nuestra abuela. -contestó Ramses, lleno de orgullo.

Su padre, al probar una empanada, sonrió ampliamente.

-Esto es increíble, Ramses. Me recuerda a las navidades que pasé con mi abuela -dijo, emocionado.

La cena siguió y su familia compartió historias y risas, creando un ambiente de amor y unión. Al final de la noche, Ramses se dio cuenta de que la comida había sido un puente que lo había conectado no solo con su familia, sino también con su historia.

Finalmente, miró a todos a su alrededor y dijo:

-¿Sabes? Creo que la verdadera magia de la Navidad no está en los regalos, sino en las comidas y las historias que compartimos juntos.

Su hermana lo abrazó fuerte, y todos aplaudieron al pequeño chef. La noche terminó con abrazos, risas y un gran sentido de comunidad. Ramses había descubierto que, por encima de todo, la Navidad era un momento para unir corazones a través de la cocina y las recetas del amor.

Desde ese día, cada Navidad Ramses seguía la tradición familiar, pero siempre con un toque especial, dándole un lugar importante a las recetas de su abuela y a los momentos compartidos con sus seres queridos.

FIN.

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