Las Coreografías del Tiempo
Era un día especial en la Escuela Primaria Estrella Brillante, porque los alumnos estaban ensayando para la gran fiesta de fin de año. Sofía, una niña curiosa y soñadora, miraba por la ventana mientras su maestra, la seños Ana, les contaba sobre el aniversario de la escuela, que este año cumplía 30 años desde su fundación en 1993.
"¿Y cómo era la escuela en 1993, seño?", preguntó Sofía, llena de curiosidad.
"Era un lugar muy diferente, Sofía. Todo comenzó con un grupo de maestros y familias que querían crear un ambiente donde los chicos pudieran aprender y divertirse”, respondió la seño con una sonrisa.
Sofía comenzó a imaginar cómo habría sido el pasado. Antes de darse cuenta, una luz brillante la envolvió y, mágicamente, se encontró en el patio de la escuela, pero había algo diferente en el aire; las paredes eran de un color más vivo, y todo parecía más pequeño.
"¿Dónde estoy?", se preguntó mientras miraba a su alrededor.
En un rincón, un grupo de niños estaba bailando una coreografía. Sofía se acercó, y al ver sus trajes coloridos, recordó a la seño Ana hablando sobre el primer baile de la escuela, una danza folclórica.
"¡Hola! ¿Puedo bailar con ustedes?", dijo Sofía emocionada.
"¡Claro! Este es el primer baile de la escuela. Se llama 'La Zamba'. ¿Lo conocés?", le preguntó un niño de nombre Lucas.
Sofía nunca había bailado la Zamba, pero se dejó llevar por la melodía y, con un poco de esfuerzo, se unió a la danza, riendo con los demás.
Antes de que se diera cuenta, la música se detuvo y todo se volvió borroso de nuevo. En un abrir y cerrar de ojos, Sofía fue transportada a 1994, donde un grupo de niños estaban ensayando otro baile: el Merengue. La energía era contagiosa, y Sofía rápidamente se unió a ellos.
"¡Esto es divertido!", exclamó mientras giraba en círculos con los pequeños bailarines.
El tiempo siguió volando y, en un instante, se encontró bailando el rock de los ’90 en 1995. Las risas, los saltos y las coreografías se sucedían rápidamente en su mente. Cada año que pasaba, la música y los bailes eran diferentes: desde el tango en 1996 hasta una explosiva salsa en 1997. Cada año conocía a nuevos amigos que compartían su amor por la danza.
Sin embargo, cuando llegó a 1998, notó que algunos niños estaban tristes.
"¿Qué les pasa?", preguntó Sofía con voz preocupada.
"No tenemos más recursos para las clases de baile. La escuela está pasando por un momento difícil y no sabemos si habrá más coreografías en el futuro", contestó una niña llamada Julieta, frunciendo el ceño.
Sofía pensó en lo que había aprendido en su tiempo viajando: la importancia de compartir y de trabajar juntos.
"Podemos hacer algo al respecto!", gritó. "¡Vamos a organizar una fiesta para recaudar fondos! Podemos invitar a toda la comunidad, mostrarles nuestras coreografías y vender cositas ricas para ayudar!"
Los niños se miraron con asombro y luego comenzaron a sonreír. Con la energía renovada, se pusieron a trabajar en los preparativos de su fiesta.
Sofía recordó cómo en su escuela actual, hacían eventos parecidos, y se sintió lista para compartir esa experiencia. Después de unas semanas de ensayos y planificación, llegó el día de la fiesta, y el patio se llenó de risas y música. La comunidad entera apoyó el evento y, al final de la jornada, recaudaron suficientes fondos para mantener las clases de baile en la escuela.
"¡Gracias, Sofía! Sin tu idea, no habríamos podido lograrlo!", le dijo Lucas.
En ese momento, Sofía comprendió que había dejado una huella importante en ese lugar, en su historia. Justo cuando el tiempo empezó a cambiar de nuevo, vio una vez más los rostros sonrientes de los niños, llenos de esperanza y alegría.
Regresó a su tiempo, justo a tiempo para la fiesta de fin de año. Todos estaban ensayando las coreografías y Sofía sonrió, sabiendo que cada baile contaba una historia, una historia que ella había ayudado a construir.
"¡Seños, tengo algo que contarles!", dijo alegremente.
La seño Ana la miró con sorpresa y cariño.
"¿Qué pasó, Sofía?"
"¡Hice un viaje increíble en el tiempo y descubrí la importancia de todos los bailes que hemos hecho! Cada uno de ellos tiene una historia y ¡quiero que hagamos una presentación homenaje a nuestra historia!", exclamó, llena de entusiasmo.
Así, la fiesta de fin de año se convirtió en un homenaje a todas las coreografías y los años de la escuela, donde todos bailaron juntos, recordando con alegría de dónde venían y hacia dónde iban. Y, en ese momento, Sofía supo que siempre llevaría en su corazón las lecciones aprendidas a través de la danza.
Y así terminó su aventura, aprendiendo que el baile, al igual que el trabajo en equipo, puede cambiar el mundo.
FIN.