Las dimensiones de Coralina
Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, una niña llamada Coralina. Era conocida por su curiosidad insaciable y su imaginación desbordante. Todos los días, mientras los demás niños jugaban a la pelota, ella se adentraba en el bosque que estaba al borde del pueblo, donde la naturaleza contaba historias que solo ella podía escuchar.
Un día, mientras exploraba, Coralina tropezó con una piedra brillante que emitía un suave resplandor multicolor. Al tocarla, se sintió como si estuviera flotando y, de pronto, se encontró en una dimensión completamente diferente. Todo a su alrededor brillaba con colores nunca antes vistos y criaturas fantásticas daban vueltas en el aire.
"¡Hola! ¿Quién sos?" - preguntó Coralina, mirando a una pequeña criatura con alas de mariposa y un cuerpo brillante como el oro.
"Soy Blaqui, el guardián de esta dimensión. Solemos ser muy escasos de visitantes, pero me alegra que hayas venido. Aquí, cada color representa un sentimiento. El rojo es la alegría, el azul la calma, el verde la esperanza..." - explicó Blaqui mientras bailaba en el aire.
Coralina estaba maravillada. A medida que exploraban juntos, Blaqui le mostró diferentes zonas de la dimensión.
"Mirá, en esa zona roja jugamos a ser felices. Siempre está lleno de risas y juegos. Pero a veces, necesitamos calma, entonces nos mudamos a la zona azul" - dijo Blaqui, señalando a un lago tranquilo.
"¡Es fascinante! ¿Puedo ayudar en algo?" - preguntó Coralina con entusiasmo.
"Claro, en la zona verde necesitamos ayuda. La esperanza se ha ido porque las flores no crecen bien últimamente" - dijo Blaqui mientras se posaba en el hombro de Coralina.
Coralina se sintió inspirada. Inmediatamente, recorrieron la zona verde donde las flores parecían marchitas.
"¿Qué podemos hacer para ayudar?" - preguntó Coralina, frunciendo el ceño.
"Necesitamos conseguir las semillas mágicas que están en la cima de la montaña de arcoíris, pero el camino es peligroso" - respondió Blaqui, mirando hacia las altas montañas.
Sin dudarlo, Coralina decidió emprender la aventura con su pequeño amigo. Juntos comenzaron a escalar la montaña. Por el camino, encontraron obstáculos: un río caudaloso, un puente roto y un oscuro bosque.
"¿Cómo vamos a cruzar el río?" - preguntó Coralina, un poco asustada.
"Usaremos nuestra creatividad. ¡Vamos a diseñar una balsa!" - sugirió Blaqui.
Coralina y Blaqui recolectaron ramas, hojas y flores y lograron construir una balsa improvisada. Juntos, navegaron con valentía y pronto superaron el primer obstáculo. Sin embargo, al llegar a la parte más alta de la montaña, se dieron cuenta de que había un dragón custodiando las semillas.
"¡Oh no, un dragón!" - exclamó Coralina.
"No te preocupes, no siempre son feroces. Muchas veces sólo están asustados" - le dijo Blaqui.
Coralina se acercó despacio al dragón y le habló con dulzura.
"Hola, somos Coralina y Blaqui. Venimos a buscar semillas mágicas para ayudar a las flores, ¿podrías dejarnos pasar?"
El dragón, sorprendido por la valentía de Coralina, dejó escapar un suave suspiro y contestó:
"¿Ayudar a las flores? Nunca había escuchado algo tan noble. Pero... tengo miedo de que no puedan vivir si no hay esperanza".
"Podemos traer esperanza, y con ella, el crecimiento. ¿Cómo podemos ayudar?" - le preguntó Coralina.
El dragón, conmovido por la determinación de la niña, decidió ayudar. Les entregó las semillas mágicas y se unió a ellos en el camino de vuelta.
Juntos, regresaron a la zona verde, donde Coralina plantó las semillas con esmero. Con el tiempo, empezaron a brotar exquisitas flores de colores brillantes.
"¡Lo logramos!" - gritó Coralina, llena de alegría.
"Gracias, Coralina. Has traído de vuelta la esperanza a nuestra dimensión" - dijo Blaqui, sonriendo.
Coralina se despidió de sus nuevos amigos, sabiendo que había dejado una parte de ella en esa dimensión mágica. Al tocar la piedra nuevamente, regresó a su mundo, pero nunca olvidó la aventura que vivió. Desde ese día, no solo jugaba en el pueblo, sino que también compartía con sus amigos la importancia de la amistad, la ayuda y la esperanza.
Y así, Coralina continuó viviendo en su pequeño pueblo, pero con un enorme corazón lleno de valiosas lecciones y mágicas dimensiones por descubrir.
FIN.