Las doctoras del jardín



Era un hermoso día de sol en el jardín, y Sofia estaba emocionada porque sus amigas Paloma, Luna y Martina se habían unido a su juego de las doctoras. La Seño Roxana también se sumó a la diversión.

Sofia era la doctora principal y tenía una bata blanca que le quedaba grande, pero eso no le importaba.

Paloma era su asistente, Luna atendía a los peluches enfermos y Martina era la encargada de darles medicinas inventadas con hojas y flores del jardín. El consultorio improvisado estaba lleno de muñecos que esperaban ser curados. Había ositos con fiebre, dinosaurios con dolor de estómago e incluso una muñeca que decía no poder hablar bien.

Sofia tomó el primer turno como médico y comenzó a examinar al osito enfermo. Lo revisó detenidamente mientras decía: "Hmm... parece que tienes fiebre".

Luego, le puso un termómetro imaginario en la boca del osito y exclamó: "-Ups! ¡40 grados! Esto es grave!". Paloma anotaba todos los diagnósticos en su libreta imaginaria y Luna buscaba las medicinas adecuadas para cada paciente. Martina preparaba pociones mágicas con flores silvestres para curar todas las enfermedades posibles.

Después de mucho trabajo duro, lograron sanar al osito enfermo. Sofia sonrió satisfecha mientras decía: "-¡Listo! El osito ya está mejor". Pero justo cuando pensaban que todo estaba bajo control, llegó un giro inesperado en la historia.

Apareció un peluche nuevo en el consultorio, era un conejo de peluche llamado Benito. Tenía una pierna desgastada y necesitaba ayuda urgente. Sofia y sus amigas se acercaron rápidamente para examinar al conejo. "-¡Ay, pobrecito! ¡Tu pierna está muy lastimada!", exclamó Sofia preocupada.

Decidieron que Luna sería la encargada de hacerle una radiografía imaginaria al conejo para ver cuál era el problema. Paloma tomó su libreta y anotó todo lo que veían en la "radiografía". "-Es una fractura", dijo Luna con seriedad.

Martina comenzó a buscar plantas medicinales especiales para ayudar a sanar la pierna del conejo. Todos trabajaban juntos para curar al nuevo paciente.

Realizaron una cirugía imaginaria y colocaron una venda mágica hecha por Martina en la pierna del conejo. Después de mucho esfuerzo y trabajo en equipo, finalmente lograron curar a Benito. El conejito saltaba emocionado por el jardín mientras gritaba: "-¡Gracias doctoras! ¡Me siento como nuevo!".

Sofia, Paloma, Luna, Martina y la Seño Roxana celebraron su éxito con aplausos y risas. Habían aprendido que trabajar juntos podían lograr grandes cosas, incluso cuando los problemas parecían difíciles de resolver.

Desde ese día, las doctoras del jardín siguieron atendiendo a todos los muñecos enfermos que llegaban hasta ellas. Cada día aprendían algo nuevo sobre cómo cuidar mejor a sus pacientes imaginarios. Y así fue como Sofia, Paloma, Luna, Martina y la Seño Roxana se convirtieron en las mejores doctoras del jardín.

Juntas demostraron que con amor, imaginación y trabajo en equipo, podían hacer el mundo un lugar mejor. Fin.

FIN.

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