Las dos caperucitas valientes y los lobos feroces



Había una vez en un pequeño pueblo en la provincia de Buenos Aires, dos hermanas llamadas Valentina y Sofía, a quienes cariñosamente les decían las caperucitas por usar siempre caperuza roja. Un día, las dos caperucitas decidieron ir juntas a visitar a su abuelita, que vivía al otro lado del bosque. En el mismo bosque, tres feroces lobos, llamados Lucas, Tomás y Facundo, merodeaban buscando algo para comer.

Las dos caperucitas, Valentina y Sofía, caminaban juntas por el bosque, riendo y cantando, sin saber que los tres lobos las acechaban. De repente, Lucas, el lobo más astuto, se les apareció en el camino.

- ¡Buenos días, caperucitas! ¿A dónde van tan apuradas? -dijo Lucas con una sonrisa disimulada.

Valentina y Sofía, asustadas, respondieron que iban a visitar a su abuelita. Sin embargo, Sofía notó la intención malvada detrás de la sonrisa de Lucas y le pidió a Valentina que se alejara un momento. Luego, le susurró un plan a Valentina para despistar a los lobos. Las dos caperucitas decidieron dividirse y tomar diferentes caminos para llegar a casa de su abuelita y así confundir a los lobos.

Mientras tanto, los tres lobos discutían sobre cómo atrapar a las caperucitas, pero no se ponían de acuerdo. Tomás, el lobo más impaciente, decidió ir por un camino corto que pensaba les daría ventaja y así poder atrapar a las dos caperucitas. Lucas, por su parte, prefirió seguir a Valentina, mientras que Facundo optó por seguir a Sofía.

Las caperucitas, cada una por su lado, lograron llegar a casa de su abuelita sin ser atrapadas por los lobos. Una vez allí, las caperucitas idearon un ingenioso plan para atrapar a los lobos y enseñarles una lección. Rápidamente, prepararon una trampa con la ayuda de la abuelita, usando la mermelada y el pan que tenían en casa.

Horas más tarde, los lobos llegaron a la casa de la abuelita con la intención de atrapar a las caperucitas. Pero fueron recibidos por una sorpresa: las caperucitas y su abuelita los invitaron a merendar. Los lobos, confundidos, aceptaron la invitación. Mientras los lobos devoraban el pan y la mermelada, las caperucitas lograron atarlos con unas cuerdas que tenían escondidas y así, los lobos quedaron atrapados.

- ¿Por qué nos ataron? -gritó Facundo, indignado, mientras intentaba liberarse de las cuerdas.

- ¡Porque intentaron lastimarnos! -respondió Valentina con valentía- ¿No saben que no está bien ser feroces y hacerle daño a los demás?

Los lobos, avergonzados, asintieron con la cabeza. La abuelita, con paciencia, les explicó que no está mal tener hambre, pero que era importante no lastimar a otros para satisfacerla. Los lobos entendieron el mensaje y prometieron cambiar su forma de actuar.

Desde ese día, los lobos feroces se convirtieron en protectores del bosque, ayudando a los animales que lo habitaban, mientras que las caperucitas y su abuelita ganaron la admiración de todo el pueblo. Y así, con valentía y astucia, las dos caperucitas y los lobos feroces demostraron que con un poco de comprensión y amabilidad, se pueden cambiar las cosas para mejor en el bosque y en la vida de todos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!