Las Emociones de Elefante Elías



En la vasta selva de Ecuanduría, donde los árboles son altos y los ríos cantan, vivía un enorme elefante llamado Elías. Elías era conocido por su gran tamaño, pero más aún por su corazón enorme y su curiosidad por el mundo que lo rodeaba.

Un día, mientras exploraba la selva, Elías se encontró con una ardilla muy inquieta.

"Hola, ardillita, ¿qué te pasa?" -preguntó Elías, con su voz profunda y amistosa.

"¡Hola, Elías! Estoy buscando a mi amiga Lila. Se fue a recolectar nueces y no ha vuelto. Estoy muy preocupada" -respondió la ardilla, moviendo su cola con nerviosismo.

Elías, sintiéndose preocupado por la ardilla, decidió ayudarla. Juntos, comenzaron a buscar por toda la selva. Mientras caminaban, Elías empezó a sentir una extraña tristeza al ver a la ardillita tan angustiada.

"A veces, siento una profunda tristeza cuando veo a otros enojados o preocupados, pero también me alegra ayudar" -le confió Elías a la ardilla.

"Eso es porque tienes un gran corazón, Elías" -le dijo la ardilla con una sonrisa.

Después de un rato de búsqueda, Elías escuchó un fuerte grito.

"¡Ayuda!" -era la voz de Lila, la amiga de la ardilla.

Elías corrió hacia la dirección del grito y encontró a Lila atrapada entre unas ramas. El pánico lo invadió. Sin embargo, al ver el miedo en los ojos de Lila, su corazón comenzó a latir fuerte y sintió que era momento de actuar.

"No te preocupes, Lila, estoy aquí para ayudarte" -dijo Elías con determinación. Usó su enorme trompa para levantar las ramas y liberar a Lila.

"¡Gracias, Elías! Pensé que nunca saldría de aquí!" -exclamó Lila, muy aliviada.

Elías sintió una mezcla de alegría y orgullo al saber que había ayudado. Pero pronto, otro sentimiento lo invadió, una sensación de vergüenza por haber sentido miedo antes.

"¿Por qué me sentí así, si podía ayudar?" -preguntó Elías, confundido.

"Todos sentimos miedo a veces, Elías. Pero lo importante es superar ese miedo y ayudar a los que amamos" -le explicó Lila.

Sintiéndose más tranquilo, Elías se unió nuevamente a la ardilla y Lila, caminando juntos hacia un arroyo que había cerca. Allí decidieron descansar y disfrutar del momento. Sin embargo, de repente, comenzaron a escuchar un sonido extraño. Era un grupo de pájaros que graznaban de manera muy asustada.

"¡Elías, rápido! Parece que están en problemas" -dijo la ardilla, y Elías sintió cómo su corazón se llenaba de valentía.

Corrieron hacia el lugar y vieron a un pequeño pájaro con un ala lastimada. Elías, recordando su experiencia previa, estaba decidido a ayudar nuevamente.

"No te preocupes, pequeño pájaro. Voy a ayudarte" -dijo Elías mientras usaba su trompa con cuidado para elevar al pájaro y llevarlo a un lugar seguro.

"¡Gracias, Elías! No sé qué haría sin ti" -dijo el pájaro, su gorjeo ahora lleno de alegría.

Esa felicidad hizo que Elías se sintiera aún más orgulloso. Había pasado de la tristeza al miedo y luego a la alegría, y eso le hizo reflexionar sobre la importancia de sus emociones.

Con el sol poniéndose en el horizonte, Elías compartió con sus amigos lo que había aprendido.

"Las emociones son como una montaña rusa. A veces estoy triste, a veces tengo miedo, pero también puedo sentir alegría al ayudar y estar con amigos" -dijo, mirando a la ardilla y al pájaro.

"Así es, Elías. Todos los sentimientos cuentan. Nos ayudan a ser más fuertes y a entender el mundo" -respondió Lila, mientras todos se sonreían.

Y así, Elías siguió aprendiendo sobre sus emociones mientras exploraba la selva, comprendiendo que todas tienen su importancia. Junto a sus amigos, vivió aventuras llenas de risas y retos, siempre recordando que cada emoción aporta un color especial a su vida.

Desde ese día, Elías el elefante no solo fue conocido por su gran tamaño, sino también por su gran corazón y su gran sabiduría para entender las emociones, ayudando a quienes lo rodeaban. Juntos, aprendieron que ser valiente no significa no tener miedo, sino enfrentarlo y usarlo para hacer el bien.

FIN.

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