Las Emociones de Timo el Tiburón
Había una vez en el océano un tiburón llamado Timo. A pesar de ser un tiburón, Timo era muy diferente a los demás. Le encantaba jugar y explorar, pero a menudo no sabía cómo manejar sus emociones.
Un día, mientras nadaba cerca de un arrecife de coral, Timo escuchó a unos peces parloteando.
"¿No saben que estoy aquí?" - pensó Timo, sintiéndose triste y solo. "Nadie quiere jugar conmigo".
Entonces decidió alejarse.
Más adelante se encontró con una tortuga llamada Lila.
"Hola, Timo. ¿Por qué tan triste?" - le preguntó Lila.
"Porque los peces no me invitan a jugar y me siento rechazado" - contestó Timo.
"Eso es normal, a veces las cosas no salen como queremos. ¿Qué tal si les preguntas si puedes jugar?" - sugirió Lila.
Timo pensó que podía intentarlo, así que se acercó a los peces.
"Hola, ¿puedo jugar con ustedes?" - preguntó nerviosamente.
Los peces se detuvieron y sonrieron.
"¡Claro, Timo! ¡Nos encantaría!" - exclamaron.
Timo se sintió aliviado y feliz al descubrir que realmente querían jugar con él. Sin embargo, justo cuando estaban comenzando a jugar, Timo sintió una punzada de enojo. Un pez un poco más grande lo empujó accidentalmente.
"¡Ey, cuidado!" - gritó Timo, sintiéndose furioso.
Lila vio que Timo se estaba emocionando demasiado. Se acercó y le dijo:
"Timo, está bien enojarse a veces, pero hay maneras mejores de expresar ese sentimiento. ¿Qué tal si le dices al pez cómo te sientes en vez de gritar?"
Timo respiró profundo y pensó.
"Está bien, voy a intentarlo" - murmuró.
Se dio la vuelta y le dijo al pez:
"Oye, me empujaste sin querer y eso me hizo sentir un poco molesto. ¿Podrías tener un poco más de cuidado?"
El pez se disculpó y le aseguró que lo haría.
De repente, Timo se sintió mucho mejor. Había expresado su enojo de una manera más tranquila. Lila sonrió y le dijo:
"¡Ves, Timo! Todos sentimos cosas distintas y está bien siempre que sepamos cómo comunicarlas".
Timo se rió y continuó jugando, esta vez sintiéndose más seguro acerca de sus emociones. Cuando terminó el día, todos los peces se despidieron. Al regresar a casa, Timo reflexionó sobre lo que había aprendido.
"Las emociones son como las olas del mar. A veces son grandes y fuertes, y otras veces pequeñas y suaves. Lo importante es saber cómo surfearlas. ¡No tengo que tener miedo de sentir!"
Desde ese día, Timo el tiburón aprendió a hablar sobre sus emociones y a ser un mejor amigo.
Y así, el océano se llenó de risas y juegos, y Timo se convirtió en un experto en navegar por sus sentimientos.
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FIN.