Las Emociones en Aventura
Érase una vez un hermoso pueblo llamado Emotilandia, donde habitaban diez amigos muy especiales: Reily y Reilo, los gemelos reflexivos; Creatividad, la más imaginativa de todas; Furia, que a veces era un poco explosiva; Tristeza, que siempre parecía llevar un paraguas en su mochila; Desagrado, que tenía una cara un poco de mal humor; Temor, que nunca se separaba de su linterna; Ansiedad, que corría de aquí para allá; Ennui, que a veces bostezaba en los momentos más inesperados; y Envidia, que siempre deseaba lo que los demás tenían.
Un día, Creatividad tuvo una maravillosa idea.
"¡Chicos, hagamos una gran fiesta en el parque! Habrá juegos, música y todos estarán invitados!"
Todos aplaudieron felices, a excepción de Envidia, que murmuró:
"No creo que nadie quiera venir. Nadie se interesa en nosotros..."
Tristeza suspiró.
"Eso no es cierto, Envidia. ¡A la gente le gusta divertirse!"
Furia se cruzó de brazos.
"A mí me gustaría que se unieran a nosotros... ¿Por qué no podemos ser más alegres?"
Así, los amigos decidieron comenzar a planear la fiesta. Reily y Reilo se encargaron de hacer las invitaciones. Creatividad pensaba en los juegos, pero en un momento, Ansiedad comenzó a correr de un lado a otro, llenando el aire con palabras velozmente.
"¡Oh no! ¿Y si nadie viene? ¿Y si llueve? ¡¿Qué haremos? !"
Furia rodó los ojos.
"¡Relax, Ansiedad! Las cosas saldrán bien. ¡Tú misma lo dijiste!"
En medio de la preparación, Desagrado tuvo una idea.
"Quizás debamos hacer un concurso de disfraces, ¡eso podría gustar!"
Esa idea emocionó a todos, pero Temor no pudo evitar sentir un escalofrío.
"Pero, ¿y si alguien se ríe de nosotros?"
"No podemos dejarnos llevar por eso." dijo Creatividad.
El día de la fiesta llegó. Todos se pusieron sus mejores trajes y cada uno se preparó para su papel. Reilo era el maestro de ceremonias, mientras que Furia y Tristeza se encargaban de entretener a los invitados. Creatividad había hecho una gran decoración con globos y luces de colores, que llenaban el parque de alegría.
Cuando la fiesta comenzó, todos parecían divertirse, y de repente, las emociones comenzaron a cambiar. Desagrado se dio cuenta de que podía disfrutar de la música y comenzó a bailar. Envidia miró los disfraces de todos y sintió un pequeño destello de felicidad al ver a sus amigos reír juntos.
"Puede que esto no sea tan malo, después de todo..." dijo con una sonrisa tímida.
Sin embargo, justo cuando la fiesta estaba en su punto culminante, un viento fuerte llegó y empezó a desordenar todo. Creatividad se preocupó.
"¡Oh no! Todo mi trabajo..."
Furia, por su parte, dejó salir un grito.
"¡Esto es horrible, se arruinó todo!"
Pero entonces, Reily tuvo una brillante idea.
"¡Esperen! ¿Y si hacemos un baile para animar a todos?"
Todos estaban confundidos, pero Reilo empezó a cantar una canción divertida. En poco tiempo, los demás se unieron, bailando forma tan divertida que el viento no pudo quitarles la alegría.
Las invitaciones eran un éxito, y aunque algunas cosas se desordenaron, Reily y Reilo lograron que todos se unieran para ayudar, recogiendo lo que podían y retomando la fiesta con más energía.
Al final del día, Envidia, que antes se sentía sola, se acercó a Creatividad.
"Gracias por invitarme, no sabía que me podía divertir tanto..."
Creatividad sonrió y le dijo:
"Siempre hay espacio para todos en nuestra fiesta. Solo hace falta un poco de trabajo en equipo y amor."
Y así, en Emotilandia, todas las emociones aprendieron a convivir en armonía. Furia entendió que podía haber momentos de enojo, pero no era necesario dejar que eso arruinara la diversión. Tristeza recordó que a veces se puede estar triste, pero también se puede compartir risas con amigos.
Temor se dio cuenta de que los miedos no son tan aterradores cuando se está rodeado de personas que se preocupan. Y así, juntos, se llenaron de confianza, alegría y muchas risas.
Y colorín colorado, este cuento de emociones ha terminado.
FIN.