Las Emociones en el Jardín
Había una vez, en un colorido jardín de infantes, un pequeño niño llamado Lucas que vivía grandes aventuras cada día. Lucas, con su camiseta naranja, era un niño curioso que siempre exploraba nuevas emociones con sus amigos: Alegría, Enojo, Tristeza, Miedo y Vergüenza. Cada uno tenía un color que los representaba.
- Alegría - era una burbuja amarilla, siempre reía y bailaba.
- Enojo - era un rayo rojo, siempre un poco irritable.
- Tristeza - era una nube azul, que a veces lloraba pero llenaba el aire de reflexiones.
- Miedo - era un pequeño fantasmín morado, que ocultaba su rostro detrás de su manta.
- Vergüenza - era un bonito caracol verde, que siempre se escondía entre su caparazón.
Un día, mientras los niños jugaban en el patio, Alegría propuso:
"¡Jugamos a las escondidas!"
Todos se entusiasmaron, pero Miedo miró alrededor con desconfianza.
"¿Y si me asusto?" dijo, temblando un poco.
"No pasa nada, solo contaré hasta 20 y vendré a buscarte!" exclamó Alegría, mientras todos se reían y se escondían.
Lucas, al ser el último en esconderse, se metió detrás de un gran árbol. Estaba tan emocionado que sentía el corazón latirle rápido. Pero cuando Alegría empezó a contar, Miedo se sintió muy inseguro y salió corriendo.
"¡No! ¡No te vayas!" gritó Vergüenza, sintiéndose nervioso.
"No tengo ganas de jugar más..." murmuró Miedo, mientras se escondía detrás de una flor.
Pero Lucas, al oír a su amigo, salió de su escondite y fue a buscarlo.
"¡Miedo! ¡No tengas miedo! ¡Es solo un juego!"
Miedo asomó su cabeza tímidamente.
"¿De verdad?" preguntó con dudas, pero cuando vio a Lucas sonriendo, se sintió un poco mejor.
"Sí, ¡todos estamos aquí para jugar juntos!" respondió Lucas alegremente.
Mientras tanto, Enojo se molestó porque nadie le prestaba atención.
"¡Yo quiero jugar también!" gritó, haciendo una mueca.
"Tranquilo, amigo, no hay razón para enojarte. Todos estamos aquí para divertirnos," dijo Tristeza, que se había acercado.
Enojo tomó una respiración profunda y decidió unirse a ellos.
"Está bien, juguemos juntos entonces," aceptó con un ligero sonrojo.
Al final, todos se reunieron y, juntos, encontraron un rincón en el jardín donde había un juego de columpios.
Lucas, Alegría y Vergüenza se pusieron a empujarse, riendo a carcajadas, mientras Miedo se arriesgó a unirse y subir al columpio.
"¡Estamos volando!" gritó Miedo, olvidando su miedo por un instante.
Era un momento tan bonito que la Tristeza, a pesar de su melancólica esencia, también empezó a sonreír.
"Puedo ser feliz también," reconoció, mientras los otros le sonreían.
Pasaron la tarde jugando juntos, saltando de emoción e incluso compartiendo sus dudas y miedos. Al final del día, Enojo se dio cuenta de que es mejor jugar en equipo:
"A veces, me siento solo, pero mi enojo se va cuando estoy con ustedes," dijo.
Todos aplaudieron y se abrazaron, entendiendo que cada emoción tenía su lugar.
"La alegría está bien, pero también es bueno sentirse triste, asustado o enojado de vez en cuando," explicó Alegría.
"Sí, todos somos diferentes y necesitamos aceptarnos como somos," concluyó Vergüenza.
Así, Lucas y sus amigos aprendieron que las emociones son como los colores de un arco iris, cada una tiene su magia especial y juntas forman un hermoso jardín.
Y desde ese día, nunca olvidaron la importancia de compartir y comprender lo que sienten.
Fin.
FIN.