Las Empanadas de Nashlie


Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Nashlie. Desde muy pequeña, Nashlie mostraba un espíritu emprendedor y siempre estaba buscando nuevas formas de aprender y crecer.

Un día, mientras paseaba por la plaza del pueblo con su abuela Rosa, Nashlie vio a un grupo de personas disfrutando de unas deliciosas empanadas. Su estómago comenzó a rugir y ella se acercó al puesto para probar una.

"¡Hola! ¿Puedo comprar una empanada?" -preguntó Nashlie emocionada. El hombre que vendía las empanadas sonrió y le dijo: "Claro que sí, pero estas son para adultos. ¿No prefieres algo más adecuado para ti?"Nashlie quedó desilusionada por un momento, pero luego tuvo una idea brillante.

Decidió que quería hacer sus propias empanadas y venderlas a los niños de su escuela. Al llegar a casa, Nashlie le contó entusiasmada a su mamá sobre su nueva idea.

Su mamá la apoyó completamente y juntas comenzaron a investigar recetas de empanadas saludables y sabrosas. Con mucho esfuerzo y dedicación, Nashlie aprendió a hacer masa casera e inventó diferentes rellenos como pollo con verduras o jamón y queso.

También descubrió cómo darle forma divertida a las empanadas para que fueran más apetitosas para los niños. Llegado el día siguiente, Nashlie llevó algunas muestras de sus deliciosas empanadas al colegio.

Sus compañeros quedaron sorprendidos por lo talentosa que era haciendo comida y rápidamente se corrió la voz sobre las empanadas de Nashlie. "¡Están riquísimas! ¿Cuánto cuestan?" -le preguntó su amiga Sofía. Nashlie sonrió y dijo: "Cada empanada cuesta 10 pesos. Pero si compras tres, te hago un descuento especial.

"Los niños quedaron encantados con la oferta y pronto Nashlie tenía una fila de clientes esperando para comprar sus empanadas. El negocio fue tan exitoso que empezó a necesitar ayuda extra para satisfacer la demanda.

Sus padres, orgullosos del espíritu emprendedor de su hija, decidieron ayudarla a expandir su pequeño negocio. Compraron una carpa y mesas plegables para armar un puesto en el mercado local los fines de semana, donde Nashlie vendía sus famosas empanadas.

Con cada venta, Nashlie aprendía más sobre administración del dinero y cómo llevar adelante un negocio. Ahorraba parte de lo que ganaba para comprar ingredientes frescos y mejorar su puesto.

Un día, mientras atendía a un cliente muy especial en el mercado, apareció un hombre elegante con traje y corbata. Se acercó al puesto de Nashlie con una sonrisa amable en su rostro. "Hola pequeña empresaria, he escuchado mucho sobre tus increíbles empanadas", dijo el hombre misterioso.

Nashlie se emocionó mucho al ver que alguien importante reconocía su trabajo duro. "¡Muchas gracias! Me llamo Nashlie". El hombre le extendió la mano y dijo: "Mucho gusto, Nashlie. Mi nombre es Alejandro Rodríguez y soy dueño de una cadena de restaurantes. Me gustaría ofrecerte un trato".

Nashlie lo miró con curiosidad y el hombre continuó: "Me encantaría tener tus empanadas en mis restaurantes.

¿Qué te parece si te conviertes en la proveedora oficial de empanadas para mi cadena?"La pequeña Nashlie no podía creer lo que estaba escuchando. Era el sueño hecho realidad para ella. Aceptó emocionada la oferta y comenzaron a trabajar juntos. Con el apoyo de Alejandro, las empanadas de Nashlie se volvieron famosas en todo el país.

Ella nunca dejó de aprender y crecer, siempre buscando nuevas formas de mejorar sus habilidades culinarias.

Y así, Nashlie demostró al mundo que no importa cuán joven seas, siempre puedes lograr grandes cosas si tienes pasión por lo que haces y nunca renuncias a tus sueños.

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