Las Estrellas de Amimi
Había una vez en un rincón del universo un pequeño planeta llamado Amimi. En Amimi, todo era de colores brillantes y cada día brillaba bajo un sol radiante. Los habitantes de Amimi eran seres diminutos y curiosos, que siempre estaban dispuestos a aprender sobre los secretos del universo.
Un día, el pequeño Leo, un habitante de Amimi, miró al cielo y vio estrellas que brillaban de manera especial. "Mirá, Papá, esas estrellas parecen bailar en el cielo"-, comentó Leo.
"Sí, hijo, cada estrella tiene su propia historia"-, respondió Papá Amimu mientras acariciaba la cabeza de Leo.
Intrigado, Leo decidió que quería conocer esas historias. "¿Cómo puedo volar hasta las estrellas?" -preguntó a su madre, Mamá Amima.
"Hay un viejo cohete en la cueva de los sueños, hijo. Pero es peligroso ir solo"-, dijo Mamá Amima.
Sin dudarlo, Leo decidió emprender una aventura. Tomó su mochila, llenó de caramelos y se dirigió a la cueva. Cuando llegó, se encontró con su amiga Lila, una pequeña mariposa que siempre lo acompañaba en sus travesuras.
"Leo, ¿a dónde vas?" -preguntó Lila.
"Voy a volar hasta las estrellas, ven conmigo"-, respondió Leo emocionado.
"¡Genial! Pero, ¿cómo haremos para pilotear el cohete?" -dijo Lila, mientras sus alas brillaban de entusiasmo.
Ambos entraron en la cueva y encontraron el cohete cubierto de polvo. "¡Es perfecto!" -exclamó Leo. Pero al intentar encender el cohete, comenzó a temblar. "¿Qué hacemos?" -preguntó Lila, asustada.
"Necesitamos una chispa de valor para encenderlo"-, dijo Leo, recordando las palabras de su padre.
Se tomaron de las manos y empezaron a contar sus sueños. "Yo quiero aprender a bailar como las estrellas"-, dijo Lila.
"Y yo quiero descubrir todos los planetas"-, añadió Leo.
Con cada sueño que compartían, el cohete empezó a brillar y se encendió con una chispa mágica. "¡Lo logramos!" -gritaron juntos, y el cohete despegó dejando una estela de luz.
Mientras viajaban por el espacio, pasaron por hermosos planetas. En un planeta azul, conocieron a unos seres llamados Los Acrón.
"Hola, pequeños viajeros, ¿qué hacen aquí?" -preguntó uno de ellos con una voz suave.
"Vinimos a conocer las estrellas y sus historias"-, respondió Leo.
Los Acrón invitaron a Leo y Lila a una fiesta. "Cada estrella comparte una historia de sus propios mundos, ¡ven!" -los animaron.
Cuando llegó la noche, cada estrella empezó a brillar y contar su historia. Una estrella dorada habló de un planeta de dulce, otro con anillos que giraban, y pero el más especial fue el relato de la estrella más antigua sobre el amor entre los planetas.
"Todos los planetas, sin importar cuán lejos estén, se cuidan unos a otros"-, dijo la estrella, "porque en el universo, somos todos parte de una gran familia".
Maravillados, Leo y Lila disfrutaron de las historias, y su corazón se llenó de alegría. Volar a las estrellas les había enseñado que cada sueño comparte una luz única, y juntos pueden brillar aún más.
Finalmente, el cohete regresó a Amimi y aterrizaron sanos y salvos. Cuando salieron, la luna los saludó diciendo: "Bravo, pequeños aventureros, el universo es vasto, y siempre hay más por descubrir".
Leo y Lila se miraron sonriendo. "Volveremos a aprender sobre el universo y a contar nuestras propias historias"-, prometieron.
Y así, cada noche, después de sus aventuras, Leo y Lila contaban a sus amigos sobre los planetas, las estrellas y cómo cada uno tenía un lugar especial en el vasto universo. Aprendieron que, aunque pequeños, su luz brillaría fuerte si compartían su curiosidad y sueños, y que el amor entre amigos y la familia es una estrella que nunca se apaga.
Desde entonces, Amimi se volvió aún más brillante, ya que cada habitante también comenzó a contar sus historias y compartir sus sueños, creando un universo lleno de luz y esperanza.
FIN.