Las Estrellas de Sara



Había una vez una niña llamada Sara García Alonso que soñaba con las estrellas. Desde muy pequeña, le encantaba mirar al cielo y preguntarse qué había más allá de las nubes. Le apasionaban los libros de ciencia y los cohetes, y siempre decía:

- ¡Yo quiero ser científica y viajar por el espacio!

Un día, mientras exploraba la biblioteca de su escuela, encontró un antiguo libro polvoriento sobre astronautas y misiones espaciales. Sara lo tomó con emoción y decidió que ese sería su guía para aprender sobre el universo.

- ¡Mirá lo que encontré, mamá! – gritó Sara al regresar a casa.

- ¡Qué interesante! – respondió su mamá, sonriendo. – ¿Qué dice?

- Habla sobre cómo los científicos se preparan para viajar al espacio. Tengo que aprender todo lo que pueda.

Con cada página que pasaba, su imaginación volaba más alto. Imaginaba estar en una nave espacial, mirando hacia la Tierra desde la ventana. Sin embargo, a medida que pasaban los días, también empezaron a aparecer dudas en su mente.

- ¿Eso es realmente posible? – se preguntó una tarde, mirando las estrellas por el telescopio que su papá le había regalado.

Entonces, una noche, mientras contemplaba el brillo de las estrellas, se dio cuenta de que las dudas no la detendrían. Decidida, se propuso hablar con una científica que daba charlas en un planetario de su ciudad.

- Quiero seguir los pasos de los científicos que viajan al espacio. ¿Me ayudarías? – le preguntó directamente al final de la charla.

- Claro que sí, Sara. La curiosidad es el primer paso hacia el conocimiento. Te invito a que vengas a nuestro taller para niñas. – respondió la científica, emocionada.

Así fue como Sara comenzó a asistir a los talleres de ciencia. Hizo nuevos amigos y aprendió sobre el espacio, los planetas y hasta sobre cómo construir cohetes de papel. Sus sueños parecían más alcanzables. Un día, la científica les anunció a todos:

- Voy a llevar a un grupo de ustedes a un observatorio. ¡Tendrán la oportunidad de observar planetas a través de telescopios gigantes!

Sara sintió que su corazón latía con fuerza. Se preguntaba si sería una de las elegidas. La científica continuó:

- Necesito que cada uno de ustedes presente un proyecto original sobre el espacio para participar.

Sara pensó en muchas posibilidades, pero sabía que quería hacer algo diferente. Pasó semanas investigando y trabajando en su proyecto sobre cómo los asteroides podrían ser utilizados como recursos.

Finalmente, llegó el día de presentar sus proyectos.

- Tengo que mostrarles lo que descubrí – pensó Sara, sintiendo un nerviosismo en su estómago. Cuando llegó su turno, se subió al escenario y comenzó a explicar con toda su pasión:

- Los asteroides están hechos de metales y minerales que podrían ser muy útiles. Si aprendemos a extraer estos recursos, podríamos ayudar a la Tierra. ¿No sería genial?

Los ojos de la científica brillaron mientras la escuchaba.

- ¡Excelente idea, Sara! – exclamó. – Está claro que lo has investigado mucho.

Al final del día, la científica anunciaba los nombres de los afortunados elegidos. Cuando dijo el nombre de Sara, ella no podía creerlo.

- ¡Voy a ir al observatorio! – gritó, saltando de alegría.

El día del viaje fue mágico. Viajaron en autobús hacia el observatorio y, al llegar, no podía dejar de mirar el enorme telescopio.

- ¡Es increíble! – dijo Sara mientras se acercaba.

Durante la noche, observó planetas, estrellas y hasta un cometa que pasaba por su camino. Esa experiencia avivó aún más su deseo de ser científica.

Al terminar el taller, la científica se acercó a ella y le dijo:

- Sara, has hecho un gran trabajo. Sigue persiguiendo tus sueños, y el espacio te esperará.

Desde ese día, Sara nunca dejó de estudiar y aprender más sobre el universo. Cada vez que miraba al cielo, recordaba que los sueños, como las estrellas, son más brillantes y alcanzables si uno se esfuerza y nunca se rinde.

FIN.

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