Las Estrellas del Bosque



Había una vez, en un bosque denso y misterioso, dos niños llamados Lucas y Sofía. Eran amigos inseparables y siempre buscaban aventuras. Una tarde, decidieron adentrarse en el bosque para explorar, pero al poco tiempo, se dieron cuenta de que habían ido demasiado lejos y se perdieron.

"¿Dónde estamos, Sofía? Ya no reconozco nada", dijo Lucas, mirando a su alrededor con preocupación.

"No lo sé, Lucas. Creo que deberíamos quedarnos aquí y esperar a que alguien nos encuentre", respondió Sofía, tratando de tranquilizarlo.

El bosque estaba envuelto en una penumbra tenebrosa, con árboles que parecían girar y moverse en la bruma. Mientras los niños esperaban, comenzaron a sentir el paso de los días. Pasaron 33 días en la oscuridad, sin que nadie pudiera encontrarlos, pero no se rindieron.

A medida que pasaba el tiempo, Lucas y Sofía se hicieron amigos de las criaturas del bosque. El búho sabio, un viejo y recto búho que siempre les contaba historias sobre estrellas y viajes espaciales, les dio una idea.

"Si quisieran regresar a casa, podrían esperar a una nave espacial. En las noches más oscuras, las estrellas a veces se acercan a la tierra", les dijo el búho.

"Pero, ¿cómo sabremos cuándo llegarán?", preguntó Lucas, con los ojos brillantes de esperanza.

"Tendrán que soñar con ellas. Crea un lugar en su mente donde la luz y la esperanza existan, y quizás las estrellas vengan a buscarlos", respondió el búho.

Cada noche, bajo la tenue luz de la luna, los niños se sentaban juntos y cerraban los ojos, soñando con las estrellas y de cómo esas luces brillantes podían ser su salvación. Aprendieron a encontrar belleza en la oscuridad, haciendo fogatas pequeñas con ramas secas y contando historias sobre sus familias, lo que les mantenía unidos y esperanzados.

Un buen día, mientras estaban sentados junto a un arroyo, vieron una luz brillante en el cielo, más intensa que las demás. Era una luz que parpadeaba con un ritmo peculiar.

"¡Mirá, Sofía! ¡Es una nave espacial! ¡Viene a buscarnos!", exclamó Lucas, su corazón latiendo de emoción.

Sofía, mirándolo a los ojos, sonrió y dijo:

"Creo que son nuestras estrellas, Lucas. Vinieron a ayudarnos como lo prometieron el búho y nuestras esperanzas."

La luz comenzó a descender y, con un suave zumbido, aterrizó cerca de ellos. De pronto, un alienígena amigable, con una sonrisa cálida, bajó de la nave. Tenía aspecto de una criatura de colores brillantes, con ojos enormes y brillantes que transmitían confianza.

"Hola, pequeños. He venido a llevarlos a casa. Sus sueños hicieron que las estrellas se unieran para encontrarlos", dijo el alienígena con una voz melodiosa.

Lucas y Sofía se miraron, asombrados, y rápidamente decidieron confiar en su nuevo amigo. Subieron a la nave espacial, que era más hermosa de lo que jamás hubieran podido imaginar. El interior relucía con luces de colores y la música era suave y armoniosa.

Mientras ascendían hacia el cielo estrellado, los niños comprendieron que la verdadera magia estaba en su amabilidad, su amistad y su capacidad de soñar. Aprendieron que incluso en los momentos más oscuros, nunca debían perder la esperanza.

Después de un emocionante viaje a través de las estrellas, la nave espacial aterrizó suavemente en su hogar. Con una gran sonrisa, el alienígena les dijo:

"Nunca olviden que la luz siempre encontrará una manera de llegar a ustedes, incluso en la oscuridad. Los sueños pueden ser su guía."

Sofía y Lucas saltaron de la nave, mirando a sus familiares que los esperaban con los brazos abiertos. Se abrazaron fuertemente, prometiendo que nunca más entrarían solos en el bosque sin una linterna y siempre recordarían que la verdadera aventura siempre empieza dentro de uno mismo.

Y así, con sus corazones llenos de luz, nunca olvidaron aquel bosque tenebroso. En lugar de miedo, cada vez que veían las estrellas, recordaban que la amistad y la esperanza siempre iluminan hasta las noches más oscuras.

FIN.

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