Las Estrellas del Liderazgo
En un pequeño pueblo llamado Brillandia, había una escuela donde todos los niños y niñas aprendían con alegría. Entre ellos, se destacaba una niña llamada Sofía. Sofía no solo era una excelente estudiante, sino que también tenía un gran sueño: quería ser la presidenta del Consejo Estudiantil.
Un día, mientras todos jugaban en el recreo, Sofía se acercó a su grupo de amigas.
"Chicas, ¡quiero postularme para ser presidenta del Consejo!"
"¡Eso suena genial, Sofía!" respondió Clara, una de sus amigas.
"Pero, ¿no te parece que solo los chicos pueden ser presidentes?" dijo Valentina, un poco dudosa.
Sofía se quedó pensativa, pero luego respondió con determinación:
"¿Por qué solo ellos? ¡Mujeres también pueden ser líderes!"
"¡Sí! ¡Tenés razón!" exclamó Clara, y las demás se unieron a su entusiasmo.
Decidida a demostrar que podía ser una gran presidenta, Sofía organizó unas reuniones con sus amigos para hablar sobre cómo mejorar la escuela. Propuso ideas como crear un club de reciclaje y mejorar el menú del comedor. Todos estaban muy emocionados.
Sin embargo, en el camino hacia las elecciones, ocurrió algo inesperado. Un chico llamado Lucas, quien también se postuló, empezó a hablar mal de ella frente a los demás.
"¿Por qué votarían por Sofía, si siempre han elegido a un chico?" decía Lucas con una sonrisa burlona.
Sofía se sintió triste, pero no se dejó vencer.
"Miren, amigos, ser presidenta no tiene que ver solo con ser chico o chica. ¡Se trata de ser un buen líder!"
Día tras día, Sofía usó su creatividad y encantó a todos con sus ideas, pero las dudas seguían apareciendo en su mente.
Un día, mientras pensaba en esto en el jardín de la escuela, apareció una abuela llamada Doña Clara, conocida por contar historias fascinantes. Se sentó junto a Sofía y le dijo:
"Niña, ¿por qué tan pensativa?"
"Quiero ser presidenta, pero a veces pienso que no puedo porque soy mujer..."
"Mira, querida, yo he visto muchas chicas extraordinarias que han cambiado el rumbo de su comunidad. Recuerda a Malala, o a Natalia en este mismo pueblo, que logró abrir la biblioteca que tanto queríamos."
Las palabras de Doña Clara llenaron de energía a Sofía.
"¡Tenés razón! Tengo que seguir adelante, no importa lo que digan los demás."
Así que, decidida, Sofía comenzó a hablar con cada compañerito y compañerita sobre su propuesta, explicando cómo su liderazgo podría ayudar a todos. También se acercó a lucas, el chico que hablaba mal de ella.
"Lucas, ¿por qué no venís a escuchar mis ideas? ¡Te podrían gustar!"
"No sé..." dudó él, pero finalmente lo convenció.
Lucas se unió a las reuniones de Sofía y, poco a poco, empezó a comprender que ser líder no dependía del género, sino de las ganas de mejorar la vida de los demás.
Finalmente, el día de la elección llegó. Todos los estudiantes estaban nerviosos y emocionados.
"¡Votemos!" gritó Clara.
Sofía presentó su discurso con toda su fuerza:
"Prometo escuchar a todas y todos, y hacer de Brillandia un lugar donde todos podamos brillar. ¡Las ideas son más importantes que el género!"
Cuando contaron los votos, la tensión era palpable.
"¡Sofía, ganaste!" gritó Clara.
"No puedo creerlo, ¡gracias a todos y todas!"
Sofía se subió al escenario y, con una sonrisa en el rostro, dijo:
"Esta victoria no es solo mía, es de todas nosotras, de todos nosotros. El liderazgo no tiene límites, y juntos podemos hacer grandes cosas."
A partir de ese día, Sofía demostró que el papel de la mujer en el liderazgo no solo era posible, sino que era fundamental. Brillandia floreció con nuevas iniciativas y la amistad entre chicos y chicas creció más fuerte. Sofía con su liderazgo inspiró a muchas otras niñas a seguir sus pasos y soñar en grande.
Y así, Brillandia se convirtió en un lugar donde todos brillaban, sin importar si eran chicos o chicas, porque todos tenían un papel importante que jugar.
FIN.