Las Estrellas del Planeta Zorix
En un rincón lejano del universo, existía un planeta llamado Zorix, donde los árboles brillaban con luz propia y las flores cantaban melodías alegres. En este mágico lugar, vivía una joven exploradora llamada Lila. Ella soñaba con viajar más allá de su hogar y descubrir nuevas amistades en otros planetas.
Un día, mientras exploraba el bosque que rodeaba su casa, se encontró con un extraño objeto brillante. Al acercarse, se dio cuenta de que era una cápsula espacial. Sin pensarlo dos veces, Lila decidió montarse en la cápsula y, con un gran impulso, la lanzó al espacio.
"¡Voy a explorar el universo!" - exclamó Lila emocionada.
La cápsula despegó y, luego de un emocionante viaje, aterrizó en un planeta desconocido llamado Terraviva. Allí, conoció a un pequeño alienígena llamado Pipo, que tenía ojos enormes y una piel de color violeta.
"¡Hola! Soy Lila, ¿tú quién sos?" - sonrió.
"¡Hola, Lila! Yo soy Pipo. Este es mi hogar y me alegra conocerte. ¡Nunca había visto un ser como vos!" - respondió Pipo.
Lila y Pipo se hicieron amigos rápidamente, explorando juntos los hermosos paisajes de Terraviva, donde las montañas eran de caramelos y los ríos, de jugo de frutilla. Sin embargo, Pipo tenía un secreto que le preocupaba.
"Lila, tengo que confesarte algo. Hay un grupo de alienígenas que quieren apoderarse de los caramelos de las montañas y robar la alegría de nuestro planeta. No sé qué hacer..." - dijo Pipo con tristeza.
"¡Vamos a detenerlos!" - dijo Lila, decidida.
Lila y Pipo comenzaron a organizar un plan para proteger Terraviva. Juntos, reunieron a todos los habitantes del planeta y les explicaron la situación. Sin embargo, entre ellos había un alienígena llamado Grux, que, a pesar de ser parte del grupo, había estado ocultando su verdadera intención. Grux quería que los caramelos fueran solo para él.
"¡No se preocupen, yo me encargaré de esos extraterrestres!" - dijo Grux, simulando ayudar. Lila no confiaba en él, pero decidió darle una oportunidad.
Mientras tanto, Lila y Pipo comenzaron a construir un gran refugio de caramelos, donde todos los habitantes de Terraviva podrían estar a salvo. Sin embargo, Grux, con su astucia, trató de sabotear los esfuerzos de Lila.
Un día, justo antes del gran ataque de los alienígenas, Grux intentó robar la clemencia del refugio, pero Lila lo vio y lo confrontó.
"Grux, ¿por qué estás haciendo esto?" - preguntó Lila, sorprendida.
"¡Porque quiero todo para mí! No quiero compartir..." - gritó Grux.
Lila, sintiendo una mezcla de tristeza y compasión, le respondió.
"No hay alegría en tener todo. La verdadera felicidad está en compartir y ser parte de algo más grande. ¿No quieres ser parte de nuestra comunidad?" - insistió Lila.
Grux dudó, pero al mirar a su alrededor y ver la grandeza de la amistad que habían construido Lila, Pipo y los demás, comenzó a cuestionar sus propios deseos. En ese momento, el grupo de alienígenas llegó para atacar, y Lila, Pipo y los habitantes de Terraviva debían unirse.
"¡Juntos podemos lograrlo!" - gritó Lila, uniendo a todos. Grux, al ver la valentía de sus nuevos amigos, decidió unirse a ellos en la defensa de su hogar.
Con astucia y trabajo en equipo, lograron desbaratar los planes de los alienígenas y proteger los caramelos de las montañas. Al final, Grux se dio cuenta de que quería ser parte de algo más grande que él mismo.
"Lo siento, amigos. ¡Nunca más actuaré solo!" - dijo Grux, emocionado.
Lila, Pipo y los otros lo abrazaron, felices de que la verdad y la amistad hubieran triunfado. Sin embargo, Lila sabía que era hora de regresar a Zorix.
"No quiero irme, pero tengo que volver a casa. ¡Gracias por esta aventura!" - dijo Lila con lágrimas en los ojos.
"Siempre serás parte de Terraviva, Lila. ¡Prometemos mantenernos en contacto!" - aseguró Pipo.
Lila volvió a su cápsula, pero no antes de prometer volver a visitar a sus amigos en Terraviva. En su corazón, la exploradora sabía que la amistad era la mayor aventura de todas.
Y así, mientras regresaba a casa, Lila sonrió, pensando en las lecciones aprendidas: la importancia de la amistad, del trabajo en equipo y de compartir con los demás. La próxima vez que mirara hacia el cielo, sabía que podría ver a sus amigos en las estrellas, siempre con un brillo especial.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.