Las Estrellas Juguetonas



Era una noche hermosa en el universo. Dos estrellas brillantes, Lila y Esteban, estaban jugando entre las nubes. Lila era de color rosa y brillaba con destellos suaves, mientras que Esteban era de un azul vibrante, como el océano más profundo. Juntos, iluminaban la oscuridad del cielo como si fueran dos gemas preciosas.

"¡Mirá, Esteban! ¡Podemos hacer que parezcan luces de colores!" - dijo Lila mientras giraba en el aire, dejando un rastro de destellos rosados.

"¡Sí! Pero, ¿qué tal si hacemos una competencia de saltos?" - propuso Esteban con entusiasmo, reseguido por unas ondas de luz azul.

Ambos comenzaron a saltar de nube en nube, riendo y brillando más que nunca. Pero mientras jugaban, no se dieron cuenta de que estaban más cerca de la Tierra de lo habitual. En un instante, un pequeño niño llamado Lucas, que contemplaba el cielo desde su ventana, levantó la vista y se maravilló al ver a las dos estrellas bailar.

"¡Mamá, mirá! ¡Las estrellas están jugando!" - gritó Lucas, atrayendo la atención de su madre. Ella sonrió, disfrutando de la imaginación de su hijo.

Mientras tanto, de regreso en el cielo, Lila y Esteban decidieron hacer un espectáculo para Lucas. Hicieron figuras en el aire, creando constelaciones con sus movimientos.

"¡Mira cómo formo un dragón!" - exclamó Lila, moviéndose con gracia.

"¡Y ahora yo voy a formar un barco!" - dijo Esteban, mientras giraba para crear una nave brillante en el cielo.

Lucas no podía creer su suerte. Su imaginación volaba al igual que las estrellas. Sin embargo, mientras jugaban, la energía de las estrellas comenzó a disminuir sin que ellas lo supieran. Lila y Esteban se sintieron un poco cansados y decidieron recostarse sobre una nube esponjosa.

"¿Qué pasa?" - preguntó Esteban, viendo que Lila se veía preocupada.

"Siento que no brillamos tanto como antes. Tal vez deberíamos descansar un poco más..." - respondió Lila.

Con menos energía, el espectáculo no era tan impresionante, así que Lucas comenzó a sentirse un poco triste.

"No quiero que se vayan... quiero que sigan jugando para siempre," - pensó.

Al darse cuenta de que su brillo se apagaba, Lila y Esteban se miraron con determinación.

"¡No podemos desanimarnos!" - exclamó Lila. "¡Debemos encontrar la manera de brillar de nuevo!"

Decididos a recuperar su energía, comenzaron a recordar cuánto les gustaba hacer felices a los demás. Pensaron en Lucas y cómo los había estado mirando maravillado.

"¿Y si le enviamos un mensaje?" - sugirió Esteban, sonriendo. "Podemos inspirarlo para que sueñe y brille también."

Ambos comenzaron a hacer dibujos en el cielo, escribiendo palabras de aliento para Lucas: "Sigue tus sueños, nunca dejes de brillar, siempre habrá magia en tu corazón."

Al ver esto, Lucas iluminó su cara de alegría y sintió que podía soñar más grande. Se quedó observando y pensando en todas las cosas que quería hacer en su vida.

"¡Yo también puedo brillar!" - dijo.

Con renovar esplendor y energía, Lila y Esteban vieron cómo su brillo regresaba. Al ver a Lucas con su sonrisa iluminada, las estrellas se sintieron felices y dieron un último salto juntos.

"¡Vamos a brillar siempre!" - dijeron al unísono, llenando el cielo de una luz intensamente hermosa que nunca había sido vista antes.

Lucas sonrió y, de la mano de su mamá, se fue a dormir con una historia que contaría una y mil veces, sabiendo que siempre que mirase al cielo, dos estrellas estarían allí para inspirarlo a seguir brillando.

Y desde entonces, cada noche, cuando miraba las estrellas, se acordaba de Lila y Esteban y la magia de creer en sus propios sueños.

FIN.

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