Las estrellas puntiagudas de Zorita


Había una vez una zorra muy curiosa llamada Zorita, que vivía en un bosque encantado. Siempre se preguntaba por qué las estrellas se veían redondas en el cielo, pero cuando intentaba tocarlas, descubría que eran puntiagudas.

Un día, mientras caminaba por el bosque, Zorita se encontró con su amiga la lechuza Sabia. Sabia era conocida por su gran sabiduría y siempre tenía respuestas a todas las preguntas.

"¡Hola, Zorita! ¿Qué te trae por aquí hoy?"- saludó Sabia con una sonrisa. "¡Hola, Sabia! Hoy tengo una pregunta muy importante. Me pregunto por qué las estrellas se ven redondas pero son puntiagudas"- respondió Zorita intrigada.

Sabia reflexionó unos instantes y luego dijo: "Bueno, Zorita, las estrellas parecen redondas porque están muy lejos de nosotros y nuestra vista no puede distinguir su forma real. Pero en realidad son como pequeñas lucecitas puntiagudas que brillan en el cielo nocturno".

Zorita quedó pensativa ante la respuesta de Sabia y decidió investigar más sobre este misterio. Buscó información en libros antiguos del bosque e incluso consultó a otros animales sabios como don Búho y doña Tortuga.

Después de mucho leer y aprender sobre astronomía, Zorita descubrió algo sorprendente: había un lugar especial donde podía encontrar respuestas aún más precisas. Se trataba del Observatorio Estelar del Bosque Encantado. Llena de emoción, Zorita se dirigió al observatorio y allí conoció a un grupo de astrónomos animales que estudiaban las estrellas.

Ellos le explicaron que las estrellas son en realidad enormes bolas de gas caliente que brillan gracias a la energía que producen en su interior. "¡Wow! ¡Es fascinante!"- exclamó Zorita, maravillada por todo lo que estaba aprendiendo.

Los astrónomos animales también le contaron sobre los diferentes tipos de estrellas y cómo algunas podían ser más puntiagudas o tener distintas formas debido a su composición y edad.

Zorita se sintió muy inspirada por todo lo que había descubierto y decidió compartir su conocimiento con sus amigos del bosque. Organizó una pequeña charla bajo el cielo estrellado para contarles a todos sobre las verdaderas formas de las estrellas.

Desde aquel día, cada vez que alguien miraba al cielo nocturno, recordaba las palabras de Zorita y sabía apreciar la belleza puntiaguda de las estrellas. Y así, gracias a la curiosidad y perseverancia de Zorita, todos los animales del bosque entendieron por qué las estrellas parecían redondas pero eran puntiagudas.

Y desde entonces, nunca dejaron de admirarlas en su verdadera forma brillante.

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