Las estrellas que se fueron a jugar
Era una noche mágica, y en un pequeño pueblo llamado Estrellita, los niños miraban al cielo estrellado desde su patio. Cada estrella brillaba con intensidad, pero había una estrella que siempre les había llamado la atención, una estrella fugaz llamada Brillina.
Una noche, mientras todos estaban sentados afuera, la estrella fugaz descendió del cielo y, con un destello de luz, aterrizó suavemente en el jardín de Juanito, el más curioso de todos los niños.
"¡Hola, Juanito!" - exclamó Brillina con una voz suave como el viento. "Soy Brillina, la estrella fugaz. He venido a pasar un rato más con ustedes."
Los niños no podían creer lo que veían.
"¡No puede ser! ¡Una estrella!" - gritó Lucía, la niña más soñadora del grupo.
"¿Qué haces aquí?" - preguntó Tomás, un poco tímido pero emocionado.
"He estado viajando por la galaxia, y decidí que necesitaba un descanso. Pero en mi camino, vi que los niños de Estrellita no están felices porque piensan que las estrellas se han ido a jugar y no volverán más. ¿Es cierto?"
Los niños se miraron entre sí, y con un susurro, empezaron a contarle sus preocupaciones.
"A veces sentimos que las estrellas están muy lejos" - dijo Sofía, la más soñadora.
"Sí, y que el cielo se va oscureciendo cada vez más" - agregó Mateo, que siempre había amado la astronomía.
Brillina sonrió, y su luz brilló aún más intensamente.
"¡No se preocupen! Las estrellas nunca se van, solo están jugando. A veces tienen que hacer giras por la galaxia, pero siempre vuelven. ¿Saben qué?" - continuó la estrella. "Puedo llevarlos a un viaje por el universo. ¿Se animan?"
Los niños comenzaron a gritar de alegría.
"¡Sí! ¡Queremos!" - exclamaron mientras saltaban de emoción.
Brillina, con un suave movimiento de su estrellita, levantó a los niños del suelo y los llevó volando por el cielo. Desde lo alto, podían ver Estrellita como un diminuto punto de luz.
"Miren, ahí está nuestro pueblo" - decía Juanito, maravillado.
"¿Qué hay allá?" - preguntó Tomás señalando una nube luminosa.
"Esa es Nebulosa de Colores, donde las estrellas nuevos nacen" - explicó Brillina mientras giraban en una espiral.
Los niños rieron y jugaron entre las nubes, viendo cómo se formaban planetas en la distancia.
"¿Puedo contarles algo especial?" - dijo Brillina de repente. "Las estrellas tienen un gran secreto. Cada vez que se apagan por un tiempo, es porque se están preparando para crear algo maravilloso. Así que cuando ven a una estrella fugaz, en realidad están viendo una estrella que está a punto de brillar con una nueva luz."
Los niños miraron a Brillina con asombro, y Sofía dijo:
"¡Entonces siempre estarán con nosotros!"
"Exactamente, cada estrella es especial y siempre está trabajando. Nunca estén tristes, siempre habrá una luz brillando para guiarlos, incluso si no la ven de inmediato."
De repente, una nube oscura apareció, y la estrella se detuvo.
"Oh no, parece que una lluvia de meteoros está por pasar" - dijo Brillina, mirando al cielo con preocupación. "Debemos volver a casa antes de que sea tarde."
"¿Eso es peligroso?" - preguntó Mateo con voz temblorosa.
"No, pero no quiero que se asusten. Y además, su familia debe estar preocupada."
Brillina hizo un movimiento mágico y, en un instante, reaparecieron en el jardín de Juanito. El cielo seguía iluminado, y Brillina les sonrió.
"Recuerden, las estrellas siempre estarán allí, incluso cuando no puedan verlas. Ustedes son parte del universo, y cada uno de ustedes tiene su propia luz. Nunca olviden que pueden brillar."
Los niños, llenos de alegría y sabiduría, despidieron a su amiga Brillina.
"¡Gracias, Brillina! Eres la mejor estrella del universo!" - gritaron al unísono.
Y así fue como los niños de Estrellita aprendieron que las estrellas pueden irse a jugar, pero siempre se hacen nuevas y brillan de nuevo en el cielo para guiarlos, generando destellos de esperanza y amistad. Y cada vez que veían una estrella fugaz en la noche, recordaban su viaje inolvidable y sonreían, sabiendo que siempre brillarían como estrellas en el cielo de su vida.
Fin.
FIN.