Las Estrellas y el Pajarito



Hola, soy Lucas. Siempre me ha fascinado mirar el cielo, especialmente cuando las estrellas empiezan a parpadear como luciérnagas en la oscuridad. A veces me siento en el jardín, bajo el viejo sauce, y, con un poco de imaginación, me convierto en un explorador del universo.

Una tarde de verano, mientras jugaba con mis autitos sobre la arena del jardín, noté que el viento soplaba fuerte, como si intentara contarme un secreto. -¿Qué pasa, viento? - le pregunté, pero solo me respondió acariciando mi cara con sus suaves manos. Fue entonces cuando vi un pequeño pajarito amarillo en una rama. -Hola, pajarito- lo saludé.

El pajarito me miró con ojos brillantes. -Hola, Lucas. ¿Buscas algo? - dijo en un susurro melodioso. Me sentí sorprendido, nunca imaginé que el viento podía hablar.

-¡Sí! Busco un lugar donde los autitos puedan correr libres y felices. Pero algo ha cambiado, y ya no puedo encontrarlo.- El pajarito se rió suavemente y su canto sonó como un suave arpegio.

-¿Sabes? A veces los caminos se separan, igual que los ríos al salir de una montaña- continuó. -Pero cada río tiene su propio destino y, aun así, se encuentra con el mar.-

-Tienes razón. A veces siento que mi casa es como un laberinto de espejos, donde todo brilla pero no sé qué reflejo es el verdadero- le confesé.

-Es normal sentirse así- dijo el pajarito. -A veces, los espejos se rompen y nos encontramos en lugares inesperados. Pero, ¿sabes qué? Las estrellas siguen brillando en la noche, incluso si los caminos se separan.

En ese momento, entendí que como el pajarito y yo, había días en que todo parecía confuso. Me acordé de las risas de mi mamá y de las historias que contaba mi papá, pero también de cómo, a veces, las palabras se perdían como hojas arrastradas por el viento.

-¿Qué pasará con nosotros, pajarito? - pregunté con un hilo de esperanza.

-Contarás las historias que te gustan y harás nuevos aprendizajes. It’s como recoger semillas y ver qué flores nacen- dijo mientras sacudía sus plumas doradas. -Y nunca olvides que siempre habrá una estrella brillando por ti.

Sentí que mi corazón se llenaba de luz. La vida podría cambiar, pero eso no significaba que debíamos dejar de soñar. Así que, inspirándome en el pajarito, decidí hacer un ejercicio de valentía. Comencé a dibujar en mi cuaderno las aventuras que algún día viviría. Despierta la creatividad y transforma los días grises en arcoíris.

Pasaron los días, y el pajarito se convirtió en mi amigo. Cuanto más lo veía, más aprendía sobre la magia que existe en el cambio. Empecé a hablar con mis papás sobre mis sentimientos, y aunque a veces parecía complicado, sus manos cariñosas siempre me mostraron que la unión no depende de estar juntos siempre, sino de estar conectados en el corazón.

Una noche, bajo un cielo repleto de estrellas, escuché que el pajarito me llamaba desde la rama del sauce. -Lucas, ¿qué tal si volamos juntos hacia nuestros sueños? -

-¡Sí! Quiero ver más estrellas y escuchar sus historias- contesté emocionado. Al instante, sentí que mis pies se levantaban del suelo, como si mágicamente pudiera volar. La sensación fue agradable, como un abrazo de nubes.

Desde lo alto, vi mi jardín, mis autitos, y las sonrisas de mis papás reflejadas en la luna. Comprendí que aunque a veces los caminos puedan parecer inciertos, siempre hay alegría esperándonos.

Finalmente, el pajarito y yo decidimos tomar un nuevo rumbo, una nueva aventura. Las estrellas eran testigos de cómo nuestros corazones se llenaban de esperanzas luminosas. Me di cuenta de que siempre podríamos encontrar la manera de volar juntos, aunque vivamos en diferentes nubes. Y que este vuelo no tiene final, sino muchos comienzos.

Luego, el pajarito se alejó volando y yo regresé a mi jardín, con una sonrisa como un sol radiante en mi rostro. Mire al cielo, y este me devolvió una estrella fugaz. -¡Gracias, pajarito! - grité, sabiendo que cada camino que elija es una historia esperando ser contada.

Y así, bajo la suave luz de la luna, volví al interior de casa, con una nueva chispa en mi corazón. Quería compartir mis historias con mis papás y recordar que, aunque sean caminos separados, siempre encontraríamos la manera de brillar juntos.

FIN.

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