Las Exploradoras de la Cultura y el Cuento Diverso



Un día, en la pequeña comunidad de estudiantes llamada Exploradoras de la Cultura, las compañeras Erika, Mayte, Daniela, Anahí, Mayra y Jessenia decidieron emprender una misión especial: querían crear un cuento que representara la diversidad cultural del Ecuador.

Después de una larga charla sobre lo que les gustaba de su país, Erika preguntó entusiasmada:

"¿Qué tal si cada una de nosotras cuenta algo de la cultura de su región?"

Las chicas asintieron con energía y comenzaron a compartir sus ideas.

Mayte, que era de la Sierra, recordó un baile tradicional.

"En mi pueblo celebramos las fiestas del Inti Raymi, donde la gente se viste de colores brillantes y baila todo el día frente a la madre tierra. Les puedo enseñar los pasos del baile".

Las demás se miraron con deslumbramiento.

Entonces, Anahí, que era de la Costa, interrumpió con una sonrisa.

"Eso suena genial, pero no podemos olvidarnos de la comida. En la costa se hacen los mejores ceviches. ¡Es una fiesta de sabores!"

Las chicas se relamieron al imaginarlo y acordaron incluirlo en el cuento.

Daniela, emocionada por la idea, propuso:

"Y también debemos hablar de la selva. En la Amazonía hay muchas leyendas sobre los animales que hablan. Las comunidades de allí tienen historias maravillosas sobre el Yagé y sus poderes mágicos".

Mayra levantó la mano, le brillaban los ojos.

"¡Sí! ¡Y cada animal tiene una personalidad! Sería increíble que nuestra protagonista se encontrara con un jaguar que le enseñara acerca del respeto a la naturaleza".

Con tantas ideas, decidieron hacer un cuento en el que todas las regiones del Ecuador se unieran. Jessenia sugirió:

"Vamos a crear a una niña aventurera que viaje desde la Sierra a la Costa y luego a la Selva, conociendo a personajes de cada lugar".

Las horas pasaron volando mientras escribían, cada una se encargó de un capítulo donde la protagonista conocía a un personaje representativo de cada cultura.

El primer capítulo era del pueblo de Mayte, donde estaba la fiesta del Inti Raymi, lleno de colores y tradiciones, donde aprendió los bailes. En el segundo capítulo, Daniela la llevó a un atractivo mercado en la Costa, donde el ceviche era la estrella. Y en el capítulo final, Anahí hizo que la protagonista se sumergiera en un bosque espeso, lleno de leyendas.

De repente, mientras estaban en plena escritura, la computadora se apagó.

"¡No!" gritó Erika.

"Todo nuestro trabajo…" añadió Mayra angustiada.

"Tranquilas, chicas. Recordemos que siempre hemos sido buenas en contar historias. Podemos volver a escribirlo".

Era Jessenia con su voz calmada.

"¿Por qué no hacemos un juego? Volvamos a contar todo lo que hemos escrito juntas. Con nuestras palabras será aún más divertido".

Las chicas se miraron y sonrieron, sintiendo que el verdadero proyecto estaba en su memoria y amistad.

Cada una se turnó para contar lo que había imaginado, y así revivieron la magia del cuento.

"Y al final, la niña se da cuenta que cada rincón de Ecuador tiene su propia belleza" dijo Mayte.

"Y que aprender de los demás es lo que realmente nos hace ricos" completó Daniela.

"¡Sí! Esa debe ser nuestra lección" exclamó Anahí.

Después de horas de contar e intercambiar ideas, terminaron su cuento. Estaba lleno de aventuras, y cada vez que lo leían en voz alta, las chicas se sonrojaban de emoción.

Finalmente, decidieron presentar su cuento en la feria escolar.

"¡Vamos a mostrarle al mundo la diversidad cultural de nuestro país!" gritaron al unísono.

La sana competencia y el deseo de compartir sus experiencias hicieron que la semana de la feria fuera un momento inolvidable.

El día llegó y, en medio del bullicio y la emoción, se montó un escenario enorme. Cada una de las Exploradoras de la Cultura se subió al escenario con su cuento, y al final, todas juntas leyeron su historia, mientras el público las aplaudía.

La diversidad de Ecuador resonó en cada palabra que pronunciaron, haciendo que todos se sintieran parte de sus propias culturas.

"¿Se dan cuenta chicas? Mi abuela siempre dice: 'Cada uno trae su propio mundo, pero juntos hacemos uno más grande'" reflexionó Mayra.

Las demás asintieron, con el corazón lleno de felicidad, y se dieron cuenta de que su misión no solo era contar un cuento, sino también unir a la comunidad en una celebración de la diversidad.

Así, las Exploradoras de la Cultura demostraron que, a pesar de las diferencias, todos juntos forman un gran mosaico, lleno de color y alegría.

FIN.

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