Las Fiestas Patrias de Trinidad



Era un lindo día de septiembre en el pueblo de Trinidad, un lugar bellísimo en el sur de Argentina. La primavera estaba a punto de llegar, y todos los habitantes se estaban preparando para las fiestas patrias. Cada año, el pueblo se llenaba de color, música y alegría para celebrar la independencia del país.

El sol brillaba en el cielo y la plaza del pueblo estaba decorada con banderas y guirnaldas. Entre los preparativos, se encontraban dos amigos inseparables: Lila, una niña llena de energía, y Mateo, un niño curioso que siempre tenía una sonrisa en el rostro.

"¡Lila! ¡Mirá cuántas cosas hay para hacer!" -dijo Mateo, observando las mesas llenas de manualidades, pinturas y materiales para hacer adornos.

"Sí, Mateo. Este año quiero hacer el mejor farol para la celebración de la noche patría" -respondió Lila, con los ojos brillantes de emoción.

Ambos amigos se pusieron a trabajar. Con cartulina de colores, tijeras y mucha imaginación, empezaron a crear. Pero, de repente, Lila tuvo una idea que la emocionó aún más.

"¿Qué tal si hacemos un farol que cuente la historia de nuestra independencia?" -sugirió Lila.

Mateo asintió con la cabeza, entusiasmado por el desafío. Así que decidieron dibujar en el farol distintos momentos de la historia de Argentina: la lucha por la libertad, los héroes y los símbolos patrios.

Mientras trabajaban, el pueblo también estaba en plena actividad. Algunos vecinos preparaban comida típica: empanadas, pastelitos y tortas. Otros ensayaban bailes folclóricos y algunos niños practicaban en la cancha de fútbol. La emoción crecía a medida que se acercaba la gran celebración.

Pero un día, mientras Lila y Mateo estaban en la plaza, escucharon un rumor. Un grupo de personas decía que por un problema en la organización, la fiesta podría suspenderse.

"No puede ser, tenemos que hacer algo para que las fiestas se lleven a cabo" -dijo Lila, preocupada.

Mateo pensó por un momento y luego dijo:

"¡Podemos hablar con la gente del pueblo! Quizás podamos ayudar como voluntarios para organizarlo todo. No podemos dejar que nuestros esfuerzos se vayan a la basura."

Lila sonrió, y ambos corrieron a hablar con los adultos. Les explicaron su idea y, para su sorpresa, todos se pusieron a trabajar. Los vecinos se unieron para coordinar las actividades, armar el escenario y preparar todo para la celebración.

Cuando llegó el día de las fiestas patrias, el pueblo de Trinidad brillaba más que nunca. Las familias se reunieron en la plaza, se rieron, bailaron y disfrutaron de la comida. Lila y Mateo tuvieron la oportunidad de presentar su farol, que resplandecía lleno de colores y con dibujos que contaban la historia de su país.

"¡Miren! Este es nuestro farol que cuenta la historia de la independencia, y cada uno de nosotros somos parte de esa historia" -anunció Lila con orgullo.

El pueblo aplaudió y celebró el esfuerzo de los chicos. Al terminar la jornada, Mateo le dijo a Lila:

"Nunca pensé que podríamos hacer algo tan grande. Esta fiesta no solo es sobre la independencia, es sobre unir a la comunidad y aprender juntos."

Lila sonrió y respondió:

"Sí, y cada vez que celebremos, recordaremos que juntos somos más fuertes."

Y así, la pequeña Trinidad se llenó de alegría y unión, y el farol de Lila y Mateo simbolizó la importancia de trabajar en equipo y valorar la historia de su país. Después de esa gran fiesta, los amigos nunca olvidaron que la amistad y la colaboración pueden iluminar cualquier oscuridad, como su hermoso farol en aquel memorable día de las fiestas patrias.

FIN.

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