Las Figuras y su Viaje al País de los Números



Había una vez, en un mágico jardín de colores, un grupo de figuras geométricas que vivían juntas en armonía. Había un triángulo llamado Tri, un cuadrado llamado Cuadr, un círculo llamado Cir y un rectángulo llamado Rect. Todos eran muy buenos amigos y se pasaban el día jugando y creando formas. Un día, mientras exploraban una parte del jardín que nunca habían visto, encontraron una extraña puerta brillando entre dos árboles.

- ¡Miren eso! - exclamó Cir, girando emocionado. - ¿Podemos abrirla?

- ¡Sí! - respondió Tri, con voz decidida. - Tal vez nos lleve a un lugar increíble. ¡Contemos hasta tres y la abrimos juntos!

- Uno... dos... ¡tres! - gritaron al unísono mientras empujaban la puerta.

Al abrirse, fueron transportados a un grupo de islas flotantes llenas de números en vez de árboles. Cada isla era única y tenía un número gigante como su rey. La primera isla estaba dominada por el número Uno. Los números danzaban y saltaban, pero todos parecían preocupados.

- ¡Hola! - saludó Rect. - ¿Qué les sucede?

- Hola, amigos - respondió Uno, con una voz temblorosa. - Estamos en problemas. El malvado Número Cero ha decidido que quiere ser el único número y ha comenzado a borrar a los demás números. Sin números, ¡no habrá más cuentas ni más matemáticas!

- ¡Eso es terrible! - gritó Cuadr. - ¡Debemos hacer algo! Pero, ¿qué?

- Tal vez podamos ayudar - sugirió Tri. - Podríamos hacer amistad con todos los números y enseñarles a trabajar juntos.

Motivados por la idea de Tri, las figuras decidieron visitar cada isla, hablando con los números y presentando la importancia de la comunidad y la colaboración. Con el tiempo, se hicieron amigos del Número Dos, el Número Tres y así sucesivamente, todos estaban dispuestos a unirse para enfrentar a Cero.

En su viaje, llegaron a la isla del Número Cinco, que estaba marcada por un gran desierto.

- ¡Ayúdenme! - gritaba Cinco, angustiado. - Cero me borró del mapa. ¡No puedo avanzar!

- ¡No te preocupes! - dijo Cir. - Juntos, podemos encontrar una manera de que regreses.

Las figuras se unieron y, al formar un gran círculo perfecto, comenzaron a construir una línea hacia el lado opuesto del desierto. Al llegar al final, descubrieron un camino oculto que llevaba a la siguiente isla.

Cuando llegaron a la isla de Cero, encontraron al malvado Número Cero sentado sobre un trono de siluetas en forma de ceros.

- ¡Fuera de aquí! - gruñó Cero, con una cara amarga. - No necesito a nadie, soy suficiente.

- Pero no es así - le respondió Tri, con valor. - Sin todos los números juntos, no podés hacer nada. La verdadera fuerza está en la unión.

Cero frunció el ceño, pero algo en las palabras de Tri comenzó a resonar en su interior. Las figuras y los números le mostraron cómo trabajar en equipo, demostrando que cada número tenía un valor especial, sin importar su forma.

Con el tiempo, Cero comenzó a cambiar y a darse cuenta de que estaba solo. Al ver cómo los demás números colaboraban, se preguntó qué pasaría si unía fuerzas en lugar de intentar borrarlos. Finalmente, se acercó a las figuras y los números, pidiéndoles ayuda para aprender a ser parte del grupo.

- Quizás ya no sea solo un cero - dijo con una voz suave. - Quizás pueda ser parte de un gran diez.

Las figuras y los números lo recibieron con los brazos abiertos, y juntos formaron nuevos grupos, como el número diez: 1+0, 2+8, y más. Todos estaban felices.

- ¡Hemos trabajado juntos! - exclamó Cuadr. - ¡Eso es más fuerte que cualquier número!

Con la paz restaurada en el País de los Números, las figuras decidieron regresar a casa. Al cruzar de nuevo por la puerta mágica, se sintieron más sabios y agradecidos.

- ¡Nunca olvidemos el valor de la amistad y el trabajo en equipo! - dijo Rect.

- ¡Y el poder de cada número! - añadió Cir, rodando de alegría mientras regresaban al jardín.

Y así, las figuras y los números aprendieron que tanto la diversidad como la colaboración pueden convertir un problema en una solución. Vieron que cada uno tiene su importancia, y cuando están juntos, pueden hacer maravillas.

Desde entonces, sus días estuvieron llenos de aventuras, y nunca dejaron de recordar la importante lección del País de los Números: ¡la verdadera fuerza está en la unión! Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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