Las Flores de la Amistad
En un rincón colorido del bosque, vivían tres animalitos: Tito, el conejito, Lila, la ardillita y Gato, el pequeño gato montés. Todos los días jugaban y corrían entre las flores que adornaban su hogar. El bosque era un lugar mágico, lleno de aventuras, pero también tenía sus misterios.
Un día, mientras exploraban las profundidades del bosque, encontraron una flor gigantesca, brillante y de colores vibrantes.
"¡Miren esta flor! ¡Nunca había visto una tan hermosa!" - exclamó Tito, emocionado.
"Es como un arcoíris en la tierra," - dijo Lila, admirando los pétalos con los ojos llenos de asombro.
"No debemos tocala, puede ser peligrosa. Nunca se sabe qué puede pasar en este bosque," - advirtió Gato, que siempre era un poco más cauteloso.
Sin embargo, la curiosidad pudo más que el miedo y, juntos, decidieron acercarse. Cuando se plantaron frente a la flor, comenzaron a notar algo extraño. La flor, al parecer, estaba llorando.
"¿Por qué lloras, hermosa flor?" - preguntó Lila con dulzura.
"Estoy triste porque todos me admiran, pero nadie se preocupa por mí. No tengo amigos que me cuiden o que me cuenten historias," - dijo la flor con un sollozo.
Los tres animalitos se miraron, sintiendo una punzada de tristeza por la situación de la flor.
"No puedes estar sola, te necesitaremos como amiga," - dijo Tito, decidido a cambiar esa situación.
"¡Sí! Seremos tus amigos y cada día vendremos a visitarte!" - ofreció Lila con entusiasmo.
La flor se iluminó, dejando de llorar. "¡Oh! Realmente me encantaría eso. Pero, hay un problema..."
"¿Cuál es?" - preguntó Gato, intrigado.
"No estoy segura de si puedo quedarme aquí, porque el sol no brilla igual cuando estoy triste. Si no puedo recibir luz, mis colores se apagaran y eso significa que me iré," - dijo la flor con voz temblorosa.
Los animalitos se sintieron angustiados.
"Debemos hacer algo para ayudarla," - dijo Lila.
Entonces, decidieron llevar flores del bosque para rodear a la flor gigante y hacerla sentir especial. Cada día recolectaban flores de todos los colores y formas, haciendo un hermoso círculo a su alrededor.
"¡Esto es como un abrigo de colores!" - exclamó Tito.
La flor comenzó a recuperar su brillo y sus colores vibraban más intensos.
"¡Gracias! Ahora me siento mucho mejor. Ustedes son los mejores amigos que podría tener," - dijo la flor feliz.
Día tras día, los tres animalitos visitaban a la flor, le contaban historias, reían y jugaban, y la flor florecía más y más.
Hasta que un día, algo ocurrió. Un gran viento sopló y algunas de las flores que Tito, Lila y Gato habían traído empezaron a volar alejándose.
"¡Oh no! Hay que atraparlas!" - gritó Tito, saltando detrás de una.
"Yo iré por las que se fueron al árbol," - dijo Lila, mientras corría ágilmente.
Gato, con su astucia, decidió quedarse junto a la flor para protegerla del viento.
Pero, para su sorpresa, en su afán de cuidar a su amiga, un pétalo de la flor se desprendió y voló con el viento.
"¡No! ¡Vuelve!" - gritó Gato, al ver cómo el pétalo se alejaba.
Cuando Tito y Lila regresaron con las flores que habían recuperado, se dieron cuenta de que la flor estaba inquieta.
"¿Qué pasó?" - preguntó Lila.
"¡Un pétalo se voló y ahora estoy un poco menos brillante!" - respondió la flor, triste.
Los animalitos comprendieron que aunque habían hecho todo para ayudar, era importante cuidarse y no dejar que las cosas que los rodeaban sufrieran por su falta de atención.
Desde entonces, cada vez que llegaban, se aseguraban de que la flor estuviera bien protegida, incluso haciendo un escudo con sus propios cuerpos en los días de viento fuerte.
La flor, al ver cómo sus amigos se preocupaban, floreció de tal manera que sus colores se fueron multiplicando por todo el bosque.
"Ahora todos los animales quieren venirse a jugar aquí," - dijo Lila.
"¡Eso significa que no estará más sola!" - respondió Tito emocionado.
Y así, cada día, el círculo de amigos crecía, llenando el bosque de risas, colores y alegría.
La flor gigante se convirtió en el símbolo de la amistad y la generosidad.
"La amistad es el mejor abrigo que podemos tener," - comento Gato un día, mientras miraba a sus amigos bailar en el campo de flores.
Y así, los tres animalitos aprendieron que cuidar de los demás también es cuidar de uno mismo, ya que juntos se volvieron más fuertes y felices.
*Moraleja: Cuidar a nuestros amigos y prestar atención a sus necesidades fortalece los lazos que nos unen, y juntos podemos superar cualquier dificultad.
FIN.