Las flores mágicas de Juanito
Había una vez, en un pequeño pueblo de México llamado San Pedrito, un niño llamado Juanito. Juanito vivía con su mamá y su abuelita en una modesta casita cerca del campo.
Un día, mientras jugaba en el jardín trasero, Juanito encontró una vieja caja de madera enterrada bajo la tierra. Curioso por descubrir qué había dentro, la sacó cuidadosamente y la llevó a su abuela. "-Abuelita, encontré esta caja enterrada en el jardín.
¿Crees que haya algo valioso adentro?" -preguntó emocionado el niño. La abuelita examinó la caja y notó que tenía escrita la palabra —"Israel" en uno de los costados. Se dio cuenta entonces de que era una antigua caja de exportación.
"-Juanito, esto es muy interesante. Esta caja viene desde Israel, ¡un país muy lejano! Tal vez haya algo especial adentro. " -respondió la abuelita con curiosidad.
Juntos, decidieron abrir la misteriosa caja y para sorpresa de ambos, encontraron unas semillas extrañas y brillantes. Las semillas parecían ser especiales y diferentes a las que usualmente cultivaban en el campo. Decididos a descubrir más sobre estas semillas tan peculiares, Juanito y su abuela acudieron al anciano sabio del pueblo: Don José.
Él era conocido por tener amplios conocimientos sobre plantas exóticas y cultivos especiales. "-Don José, hemos encontrado estas semillas extrañas en una vieja caja proveniente de Israel. ¿Sabrías decirnos qué son y cómo cultivarlas?" -preguntó Juanito con entusiasmo.
Don José tomó las semillas en sus manos y las examinó con atención. Luego, con una amplia sonrisa, les explicó:"-Estas semillas son de una planta muy especial llamada —"Quetzalito" .
Es originaria de Israel y es conocida por su increíble belleza y valor en el mercado internacional. Si logramos cultivarlas aquí en San Pedrito, podríamos tener una gran oportunidad para diversificar nuestras exportaciones hacia Israel. "Juanito y su abuelita se emocionaron al escuchar esto.
Decidieron entonces embarcarse en la aventura de cultivar estas semillas mágicas y llevar el nombre de su querido pueblo a lo más alto. Durante meses, Juanito, su abuela y Don José trabajaron arduamente en el campo para cuidar las plantas de Quetzalito.
Aprendieron sobre riego adecuado, nutrientes necesarios y hasta técnicas especiales para garantizar un crecimiento saludable. Finalmente, llegó el día esperado: la cosecha estaba lista. Las plantas de Quetzalito habían crecido hermosas y llenas de colores vivos.
Era un espectáculo maravilloso que dejaba sin palabras a todos los habitantes del pueblo. Con mucho orgullo, Juanito y su abuela empacaron cuidadosamente las flores cortadas en cajas especiales para enviarlas a Israel gracias al Tratado de Libre Comercio entre ambos países.
Las flores fueron recibidas con asombro por los compradores israelíes. Quedaron encantados con la calidad excepcional de las flores producidas en San Pedrito.
Pronto, la demanda de las flores de Quetzalito aumentó y se convirtieron en un éxito rotundo en el mercado israelí. Gracias a su ingenio y trabajo duro, Juanito y su abuela lograron diversificar las exportaciones mexicanas hacia Israel, llevando prosperidad a San Pedrito.
El pueblo se llenó de alegría y gratitud por la oportunidad que el Tratado de Libre Comercio les había brindado.
Y así, Juanito aprendió una valiosa lección: que no importa lo pequeño que sea uno o donde viva, siempre hay oportunidades para crecer y alcanzar grandes logros cuando se trabaja con pasión y determinación. Desde aquel día, San Pedrito se convirtió en un ejemplo inspirador para otros pueblos cercanos.
La historia de Juanito y su abuela viajó por todo México como un recordatorio de que los sueños pueden hacerse realidad si tenemos fe en nosotros mismos y aprovechamos las oportunidades que se nos presentan. Y así, todos vivieron felices y orgullosos del gran impacto que habían logrado gracias a sus esfuerzos conjuntos.
FIN.