Las gafas de la aventura
Había una vez un niño llamado Tomás, apodado —"Fresa" por su amor a las frutillas. Tomás era un niño muy curioso y creativo, siempre buscando nuevas aventuras para vivir.
Un día, mientras jugaba en el parque con su pelota favorita, vio algo brillante entre los arbustos. Al acercarse, descubrió que era un par de gafas de cocina muy especiales. Al ponérselas, todo lo que veía se volvía más claro y colorido.
Fascinado por este nuevo mundo que se abría ante sus ojos, decidió llevarse las gafas a casa. Al llegar a su hogar, Tomás estaba emocionado por mostrarle a su mamá el increíble hallazgo que había hecho.
"-¡Mamá, mira estas gafas mágicas que encontré en el parque! ¡Todo se ve tan diferente con ellas puestas!", exclamó Tomás emocionado. Su mamá sonrió al ver la emoción de su hijo y le dijo: "-Qué maravilla, hijito. Seguro te ayudarán a descubrir cosas nuevas y emocionantes".
Esa noche, antes de dormir, Tomás no podía dejar de imaginar todas las aventuras que viviría con sus nuevas gafas mágicas. Al día siguiente, decidió llevarlas puestas nuevamente y explorar el mundo que lo rodeaba.
Mientras caminaba por la calle con sus gafas puestas, notó algo extraño: las frutas del mercado parecían brillar intensamente bajo la luz del sol.
Intrigado, se acercó a una vendedora de frutas y le preguntó qué hacían para que sus frutas fueran tan especiales. La vendedora le explicó que utilizaban ingredientes naturales y mucho amor para cultivar las mejores frutillas de la región.
Tomás recordó entonces su pasión por las frutillas y decidió pedirle trabajo a la vendedora para aprender todo sobre el cultivo de estas deliciosas frutas. Con el tiempo, se convirtió en un experto agricultor y compartió su conocimiento con otros niños de la comunidad.
Gracias a sus gafas mágicas y su amor por las frutillas, Tomás logró convertirse en un héroe local que inspiraba a todos a seguir sus pasiones y buscar la magia en las cosas simples de la vida.
Y así fue como el niño fresa descubrió que no hace falta tener poderes sobrenaturales para hacer cosas extraordinarias; solo hace falta mirar el mundo con ojos llenos de curiosidad y corazón abierto.
FIN.