Las Gafas Mágicas de Adriana



Había una vez una niña llamada Adriana que tenía unas gafitas muy especiales. Aunque al principio le costó un poco acostumbrarse a llevarlas, pronto se dio cuenta de que eran su mejor aliado para ver el mundo con claridad.

Sin embargo, un día Adriana despertó sintiéndose muy triste y desanimada. No entendía por qué se sentía así, pero sus gafitas parecían no ayudarla a encontrar respuestas.

Se pasaba los días encerrada en su habitación, sin ganas de jugar o compartir con sus amigos. Sus padres estaban preocupados y decidieron buscar ayuda. Llevaron a Adriana a visitar al doctor Héctor, un especialista en emociones.

El doctor Héctor era conocido por ser muy amable y comprensivo con los niños. Al entrar en la consulta del doctor Héctor, Adriana pudo ver una sala llena de juguetes coloridos y libros divertidos. El doctor la recibió con una sonrisa cálida y le pidió que se sentara junto a él.

"Hola, Adriana", dijo el doctor Héctor. "¿Puedes contarme qué te pasa?"Adriana bajó la mirada y murmuró: "No sé, doctor... Me siento triste todo el tiempo".

El doctor Héctor asintió comprensivamente y le explicó que todos tenemos días tristes de vez en cuando, pero es importante aprender a manejar nuestras emociones para superarlos. —"Adriana" , continuó el doctor Héctor, "quiero proponerte un ejercicio divertido que te ayudará a sentirte mejor.

¿Te gustaría intentarlo?"La curiosidad hizo que Adriana levantara la mirada y asintiera con entusiasmo. El doctor Héctor le entregó un cuaderno de dibujos y le pidió que lo llenara con todas las cosas que le hacían feliz.

Adriana comenzó a dibujar en su cuaderno, recordando los momentos divertidos que había compartido con sus amigos, las risas en el parque y los días soleados en la playa. Poco a poco, su tristeza empezó a desvanecerse mientras se sumergía en sus recuerdos felices.

"¡Doctor Héctor!", exclamó Adriana emocionada, "me siento mucho mejor". El doctor Héctor sonrió orgulloso y le explicó que el ejercicio de recordar momentos felices ayuda a cambiar el enfoque de nuestras emociones negativas hacia pensamientos positivos.

Empoderada por esta nueva perspectiva, Adriana decidió compartir su experiencia con sus amigos. Organizó una pequeña reunión en su casa y les mostró su cuaderno lleno de dibujos felices.

"Chicos" , dijo Adriana emocionada, "a veces podemos sentirnos tristes sin razón aparente, pero es importante recordar todos los momentos maravillosos que hemos vivido juntos". Sus amigos asintieron mientras observaban cada página del cuaderno de Adriana. Pronto todos comenzaron a compartir sus propios recuerdos felices y las risas llenaron la habitación.

A partir de ese día, Adriana entendió que la tristeza es solo una parte normal de la vida y que siempre hay formas de superarla.

Con sus gafitas puestas y rodeada de amigos amorosos, ella aprendió a ver el mundo con claridad y a encontrar la felicidad en las pequeñas cosas. Y así, Adriana demostró que incluso cuando tenemos gafitas y nos sentimos tristes, podemos encontrar la fuerza para sonreír y seguir adelante.

FIN.

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