Las gafas mágicas de Iris



Había una vez, en un pequeño pueblo junto al mar, una niña llamada Astrid, pero todos la conocían como Iris. Era una niña valiente y aventurera, siempre buscando emociones nuevas.

Su mejor amiga era Martica, una chica muy inteligente y divertida. Iris tenía una gran pasión por el mar y disfrutaba pasar horas navegando en su pequeño bote. Era tan buena vigía que podía ver los delfines saltando a lo lejos antes que nadie más.

Pero su verdadera pasión era pintar cuadros del paisaje marino mientras se balanceaba colgada de las cuerdas del barco. Un día, mientras navegaban juntas, Iris notó algo extraño en el agua.

¡Eran tiburones! El miedo se apoderó de ella y no sabía qué hacer para detener el barco. Martica rápidamente recordó que había un freno de emergencia debajo del timón y lo accionaron juntas. Aunque lograron alejarse de los tiburones a salvo, Iris estaba decidida a superar su miedo.

Quería seguir explorando el océano sin preocupaciones. Fue entonces cuando Martica le dio un regalo especial: unas gafas de sol mágicas.

Estas gafas eran increíbles, porque permitían a Iris ver objetos distantes con claridad e incluso tocarlos como si estuvieran cerca. Además, descubrió que podía lanzar rayos desde las gafas para ayudarse en sus aventuras. Con sus nuevas gafas de sol mágicas puestas sobre sus ojos brillantes, Iris se sintió invencible.

Ya no tenía miedo de los tiburones, porque podía verlos desde lejos y evitarlos fácilmente. También podía explorar el fondo del océano y descubrir criaturas marinas fascinantes sin tener que sumergirse en el agua.

Un día, mientras navegaban por aguas desconocidas, Iris vio algo brillante en una pequeña isla cercana. Usando sus gafas de sol mágicas, pudo ver que era un antiguo tesoro escondido. Emocionada, decidió ir a buscarlo.

Iris y Martica desembarcaron en la isla y siguieron las indicaciones del mapa que encontraron junto al tesoro. Sortearon obstáculos como trampas y animales salvajes con la ayuda de las habilidades especiales de las gafas mágicas. Finalmente, llegaron al lugar donde se suponía que estaba enterrado el tesoro.

Iris usó sus gafas para tocar la tierra y lanzar rayos que la excavaran rápidamente. Y entonces, lo encontraron: un cofre lleno de monedas de oro y joyas preciosas.

Pero en lugar de quedarse con todo el tesoro para ellas mismas, Iris tuvo una idea maravillosa. Decidió donar parte del tesoro para ayudar a construir una escuela en su pueblo natal. Quería asegurarse de que todos los niños tuvieran acceso a una educación de calidad.

Así fue como Iris demostró su valentía no solo enfrentando sus miedos personales sino también ayudando a otros. Su aventura enseñó a todos la importancia de perseguir nuestros sueños sin dejar atrás nuestra responsabilidad hacia los demás.

Desde ese día, Iris se convirtió en una heroína para su pueblo y sus gafas de sol mágicas fueron un símbolo de esperanza y valentía. Y cada vez que alguien las necesitaba, Iris estaba ahí para ayudar.

Y así, la amistad entre Iris y Martica creció aún más fuerte mientras continuaban explorando el mundo juntas, siempre dispuestas a enfrentar cualquier desafío con coraje y determinación.

FIN.

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