Las gafas mágicas de Papá Noel
Había una vez, en el Polo Norte, un simpático y bondadoso Papá Noel llamado Nicolás. Todos los años, Nicolás recibía miles de cartas de niños de todo el mundo que le pedían regalos para Navidad.
Nicolás siempre disfrutaba leyendo cada una de las cartas con mucho entusiasmo. Pero un día, mientras estaba revisando las cartas en su taller, se dio cuenta de que sus gafas estaban rotas.
¡No podía ver bien! Sin unas gafas nuevas, no podría leer las cartas y saber qué regalos querían los niños. Papá Noel estaba muy preocupado. No sabía qué hacer sin poder leer las cartas. Entonces recordó la tienda de lentes mágicos del duende Lentejitas.
Rápidamente, subió a su trineo y voló hacia el bosque encantado donde vivía Lentejitas. Al llegar al taller del duende Lentejitas, Papá Noel explicó su problema y le pidió ayuda desesperadamente. El duende sonrió y dijo: "No te preocupes, Nicolás.
Tengo justo lo que necesitas". Lentejitas buscó entre sus estantes llenos de lentes mágicos hasta encontrar unas gafas especiales para Papá Noel. Eran tan mágicas que permitirían a Nicolás leer cualquier carta sin importar cuán rota o borrosa estuviera.
Emocionado por tener unas gafas nuevas, Papá Noel se las colocó rápidamente en la nariz y se sorprendió al ver cómo todas las palabras escritas en cada carta cobraban vida ante sus ojos.
Lleno de alegría y gratitud, Papá Noel volvió al Polo Norte y se puso a leer las cartas de los niños. Pero mientras leía, algo extraño sucedió. Algunas cartas no pedían juguetes o dulces, sino cosas más importantes como amor, amistad y felicidad.
Intrigado por estas cartas especiales, Papá Noel decidió hacer algo diferente este año. En lugar de solo dar regalos materiales, también les regalaría a los niños un poco de amor y alegría en sus corazones.
Así que Nicolás reunió a todos los duendes y elfos del taller para ayudarlo en su nueva misión: llevar sonrisas y abrazos cálidos a cada niño durante la Navidad. Los duendes trabajaron sin descanso para crear pequeños obsequios llenos de amor.
Llenaron sacos con risas contagiosas, abrazos apretados y palabras amables para entregar junto con los regalos materiales. La noche de Navidad llegó finalmente y Papá Noel subió a su trineo mágico con todas las sorpresitas especiales que había preparado.
Volando por todo el mundo, dejaba un poco de magia en cada hogar donde había un niño esperándolo. Al ver las caritas iluminadas de felicidad cuando recibían esos pequeños obsequios llenos de amor, Papá Noel sintió una gran satisfacción en su corazón.
Haber podido leer esas cartitas tan importantes lo llevó a descubrir que el verdadero espíritu navideño estaba en compartir el amor y la alegría con los demás.
Desde aquel día, Nicolás siempre lleva consigo sus gafas mágicas para poder leer todas las cartas de los niños y recordarles que la Navidad es un momento para dar amor y hacer felices a los demás.
Y así, Papá Noel siguió regalando sonrisas y abrazos a todos los niños del mundo, recordándoles que el verdadero espíritu navideño está en compartir amor y alegría con quienes nos rodean.
FIN.