Las Galletas Mágicas de Leo
En un pequeño barrio de Buenos Aires vivía Leo, un nene de siete años al que le encantaban las galletas. Cualquier tipo de galleta lo hacía sonreír: las de chocolate, las de vainilla, las de coco, ¡todas! Pero su favorita, sin duda, eran las galletas de dulce de leche que hacía su abuela.
Un día, Leo decidió que quería aprender a hacer las galletas él mismo. "¡Hoy voy a sorprender a todos con mis galletas!"- dijo emocionado.
Se acercó a su abuela y le pidió ayuda:
"Abuela, ¿me enseñás a hacer esas galletas ricas?"-
"Claro, Leo. ¡Vamos a la cocina!"-
Juntos, prepararon todos los ingredientes: harina, azúcar, manteca y, por supuesto, ¡el dulce de leche! Leo estaba emocionado y prestó atención a cada paso.
Mientras batían la masa, Leo preguntó:
"Abuela, ¿por qué las galletas son tan especiales?"-
"Porque se hacen con amor, Leo. Cada bocado tiene un pedacito de cariño. Además, son una forma de compartir momentos felices con las personas que queremos."-
Leo entendió que hacer galletas era más que solo mezclar ingredientes; era un acto de amor y amistad. Finalmente, ¡hornearon las galletas! El aroma llenó toda la casa y Leo impacientemente miraba el reloj para que se enfriaran más rápido. En cuanto las sacaron, ¡no podía esperar a probarlas!"Abuela, ¡huele delicioso!"-
"Esperá un poquito, Leo. Hay que dejarlas enfriar."-
Mientras tanto, Leo tuvo una idea brillante:
"¡Podemos hacer una fiesta de galletas en el barrio! Invitemos a todos mis amigos y les doy a probar nuestras galletas."-
"¡Es una gran idea!"- contestó su abuela.
Así que comenzaron a preparar muchas más galletas. Con la ayuda de su abuela, Leo se convirtió en un pequeño chef, experimentando con diferentes sabores y decoraciones. Había galletas con chips de chocolate, galletas de avena y hasta galletas de colores.
El día de la fiesta, su casa estaba llena de risas y alegría. Todos sus amigos llegaron y se maravillaron de la variedad de galletas que Leo había preparado. Uno de sus amigos, Julián, hizo una pregunta:
"Leo, ¿por qué decidiste hacer todas estas galletas?"-
"Porque quiero compartirlas y hacer que todos sonreímos. ¡Las galletas son mejores cuando se comparten!"- respondió Leo.
La fiesta fue un éxito rotundo: todos disfrutaron de las galletas y contaron historias divertidas. En medio de las risas, Leo se dio cuenta de que había hecho más que solo galletas; había creado un momento especial con sus amigos.
Al final de la día, Leo miró a su abuela y le dijo:
"Gracias, abuela, por enseñarme a cocinar... no solo galletas, sino también a hacer sonreír a la gente. ¡Vamos a hacer esto más seguido!"-
"Ya sabes, Leo, las galletas son un regalo que siempre trae alegría. Y cada vez que las hagas, recuerda que hacerlas con amor es lo más importante."-
Desde aquel día, cada vez que Leo quería hacer felices a sus amigos, ya sabía cómo hacerlo: con sus galletas mágicas y mucho amor. Y así, un simple gusto por las galletas se transformó en una hermosa tradición de amistad en el barrio.
FIN.