Las Galletas Mágicas de Mamá Claus
Era una mañana brillante en la pequeña escuela de Villa Dulce, donde un grupo de niños de segundo de preescolar esperaba con mucha emoción la llegada de Mamá Claus. Todos sabían que Mamá Claus era famosa por sus deliciosas galletas y, ese día, iban a aprender a hacerlas.
Cuando la puerta del aula se abrió, apareció Mamá Claus, vestida con su tradicional vestido rojo y su sombrero de cocinera. Los ojos de los niños brillaban de alegría.
"¡Hola, chicos! ¡Estoy tan emocionada de estar aquí con ustedes! Hoy vamos a hacer galletas mágicas juntos" - exclamó Mamá Claus.
"¡Galletas mágicas! ¿Qué tienen de mágicas?" - preguntó Lucho, un niño curioso con una gorra de dinosaurio.
"¡Oh, Lucho! Estas galletas tienen el poder de hacer sonreír a todos los que las prueben. Pero, para que funcionen, necesitamos seguir la receta y trabajar en equipo" - explicó Mamá Claus.
Los niños asintieron con la cabeza, ansiosos por empezar. Mamá Claus les mostró los ingredientes: harina, azúcar, mantequilla, huevos y muchos dulces coloridos.
"Primero, necesitamos mezclar la mantequilla y el azúcar. ¿Alguien quiere ayudarme?" - preguntó Mamá Claus.
"¡Yo, yo!" - gritó Carla, levantando la mano. Se acercó a Mamá Claus y comenzó a mezclar los ingredientes.
Mientras Carla mezclaba, Mamá Claus les dijo:
"Recuerden chicos, cocinar es como trabajar en equipo. Cada uno tiene un papel importante que cumplir. ¡Si no, las cosas no saldrán bien!"
"¡Yo quiero batir los huevos!" - dijo como un rayo Joaquín, un niño al que le encantaba ser el primero en todo.
"Espera, Joaquín. ¡Primero hay que hacer esto!" - advirtió Sofía, que había leído un libro en casa sobre la cocina. "No podemos hacer todo de golpe".
Los niños, al escucharlo, se dieron cuenta de que la paciencia y la colaboración eran fundamentales. Mientras Sofía ayudaba a agregar los ingredientes, Lucho pensó en otra idea:
"Y si agregamos chispas de chocolate y caramelos, ¡serán aún más mágicas!"
"¡Eso es una excelente idea!" - aplaudió Mamá Claus. "La creatividad también es importante al cocinar. ¡Vamos a hacerlo!"
Así, entre risas y pequeños desastres, los niños fueron amontonando los ingredientes y pronto, la cocina estaba llena de un aroma dulce.
Cuando las galletas estuvieron listas para hornear, Mamá Claus les dijo:
"Ahora viene la parte más difícil: ¡la espera!"
"¿Cuánto tiempo?" - preguntó Joaquín con un puchero.
"Diez minutos, pero podemos hacer algo divertido mientras tanto. ¿Qué les parece contar historias sobre las galletas?" - sugirió Mamá Claus.
Los niños comenzaron a contar historias sobre galletas que volaban, galletas que bailaban, y hasta galletas que hablaban y hacían amigos. Antes de que se dieran cuenta, el tiempo pasó volando.
"¡Listo! ¡Ya están las galletas!" - anunció Mamá Claus sacando la bandeja del horno. Todos los ojos de los niños se iluminaron al ver aquellas galletas doradas y brillantes.
Los niños ayudaron a decorarlas con glaseado y más chispas. Finalmente, llegó el momento de probarlas.
"¿Quieren que las galletas mágicas cumplan su promesa? ¡Hagamos un círculo y cada uno va a dar un deseo o un pensamiento positivo mientras probamos!" - propuso Mamá Claus.
Y así, sentados en un círculo, los niños comenzaron a probar las galletas mientras compartían sus deseos:
"Quiero que mi mamá sea feliz" - dijo Carla.
"Yo quiero que todos tengan amigos" - agregó Joaquín.
"Yo deseo tener un perro" - expresó Sofía con una gran sonrisa.
Cada bocado traía un nuevo deseo y un montón de risas. Después de probar las galletas, Mamá Claus sonrió y dijo:
"¿Ven? Las galletas no solo saben bien, también nos hacen pensar en lo que realmente importa".
Los niños se despidieron de Mamá Claus con abrazos y promesas de hacer galletas en casa. Aunque había sido solo una mañana, todos habían aprendido algo importante: la magia está en la amistad, la colaboración y el amor que ponemos en lo que hacemos.
Así, en Villa Dulce, las galletas de Mamá Claus se convirtieron en símbolo de unión y alegría.
FIN.