Las guardianas del océano



Nora y Mencía estaban emocionadas por pasar un día en la playa. Desde temprano, se pusieron sus trajes de baño, agarraron sus toallas y partieron caminando bajo el cálido sol del verano.

- ¡Qué lindo día para ir a la playa! - exclamó Nora con entusiasmo. - Sí, va a estar genial. ¡Espero que podamos encontrar muchas conchitas bonitas! - respondió Mencía emocionada.

En el camino hacia la playa, se encontraron con sus amigas Lola y Martina, quienes también iban rumbo al mismo lugar. - ¡Hola chicas! ¿También van a la playa? - preguntó Nora contenta de verlas. - ¡Sí! Qué suerte encontrarnos en el camino.

Va a ser mucho más divertido juntas - dijo Martina con una sonrisa. Una vez en la playa, las cuatro amigas armaron su lugar cerca del agua y comenzaron a jugar en la arena. Construyeron castillos, corrieron por la orilla y se divirtieron como nunca.

Luego de un rato jugando, abrieron la canasta de picnic que habían traído y disfrutaron de unos ricos sándwiches y jugos frescos. Después de comer, decidieron meterse al agua. El mar estaba cristalino y refrescante.

Las olas eran perfectas para divertirse chapoteando y nadando juntas. De repente, mientras exploraban entre las rocas, escucharon un débil chirrido proveniente de una grieta cercana. Al acercarse vieron a un pequeño cangrejo atrapado entre las piedras.

- ¡Pobrecito! Debemos ayudarlo - exclamó Mencía preocupada por el animalito indefenso. Con cuidado lograron liberar al cangrejo y lo dejaron volver al mar. El pequeño crustáceo los miró con sus ojitos saltones como si les estuviera dando las gracias antes de desaparecer entre las olas.

- ¡Lo logramos chicas! Hicimos una buena acción hoy - dijo Lola orgullosa mientras veían al cangrejo alejarse nadando felizmente.

Al caer la tarde, cuando ya era hora de regresar a casa, Nora propuso algo emocionante:- ¿Y si nos volvemos todas amigas del mar? Podemos comprometernos a cuidar los animales marinos y mantener limpias nuestras playas siempre que vengamos.

Las demás asintieron emocionadas con la idea y sellaron su pacto haciéndose unas pulseras con hilos azules que simbolizaban su amor por el océano. Desde ese día en adelante, cada vez que visitaban la playa juntas recordaban su promesa y trabajaban unidas para preservar el hermoso lugar donde habían vivido tantas aventuras inolvidables.

FIN.

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